¿Qué define un buen informe integrado?

“¿Conducir mirando solo el espejo retrovisor? – ¿Sería imposible, verdad? ¿Entonces, por qué las empresas siguen ofreciendo únicamente información financiera focalizada en el pasado sin dar su visión de los riesgos y oportunidades a los que se enfrentan en el futuro? Los accionistas, inversores y el resto de stakeholders tendrían mucho más fácil tomar decisiones estratégicas si las compañías incluyesen en sus informes este tipo de información”. José Luis Blasco, socio responsable de servicios de Gobierno Corporativo de KPMG en España, se hace estas preguntas, muy similares a las que, probablemente, se plantearon los fundadores del International Integrated Reporting Council (IIRC) cuando crearon esta organización en 2010 para impulsar la implantación del informe integrado, un tipo de reporte corporativo  enfocado en cómo la estrategia de la empresa, sus políticas de buen gobierno, su conducta y oportunidades, en el contexto de su entorno exterior, conducen a la creación de valor en el corto, medio y largo plazo.

La obligación de que las empresas comenzaran a informar de sus estados financieros surgió de la Gran Depresión en Estados Unidos a principios de los años 30 con la Securities Act. Desde entonces, las formas de dar cuenta del gobierno corporativo han sufrido una importante evolución en el mundo  y las compañías, especialmente las cotizadas impulsadas por los cada vez más exigentes requerimientos de los reguladores, han pasado a emitir una gran cantidad de reportes enfocados en diferentes aspectos de su actividad, aunque con especial incidencia en los aspectos financieros: cuentas anuales, informe de auditoría, informe de gobierno corporativo, informe de retribuciones… La lista es larga y depende de la legislación de cada país, pero, aún así, “no permite a los grupos de interés evaluar la capacidad de las compañías de crear valor en el futuro, ni conocer cómo gestionan los riesgos, ni su resiliencia”, asegura José Luis Blasco.

“Veo el reporte integrado como una manera de  conocer  las compañías desde la perspectiva de la estrategia. Como contable estaba habituado a ver a la empresa desde la perspectiva de los datos, pero lo difícil es conectar los datos con la estrategia”, explicaba recientemente Paul Druckman, CEO del IIRC, en el II Foro Anual del Consejero, organizado por KPMG, IESE, AIG y El País. Para ello, los expertos del Comité consideran imprescindible que en la empresa impere un pensamiento integrado, “una reflexión activa sobre las relaciones que se establecen entre las diferentes unidades funcionales y operativas de la compañía y los capitales que la organización posee o utiliza”, según se señala en el International Framework que ha publicado el organismo, un documento redactado a modo de guía para que las empresas interesadas elaboren sus propios informes integrados acorde con unos estándares.

José Luis Blasco coincide en que la mentalidad de la organización y sus directivos es fundamental para elaborar un informe integrado: “la compañía ha de tener visión a largo plazo, estar convencida de que el valor que genera está repartido con la sociedad y no tener miedo a la transparencia. Si alguno de estos requisitos falla, la elaboración del reporte no cumplirá su objetivo. Su elaboración y desarrollo no solo beneficia a los grupos de interés, sino también a la propia empresa, puesto que con este ejercicio de reflexión mejorará la toma de decisiones estratégicas, su rendimiento y reputación”.

Algunas empresas españolas se han convertido en pioneras en la elaboración de estos informes a nivel mundial. BBVA, Enagás, Indra, Inditex, Meliá Hotels International, Repsol y Telefónica ya forman parte del programa piloto del IIRC junto con otras 93 empresas a través del cual se pretende hacer frente de manera coordinada a los retos que puedan surgir en la elaboración de los informes así como compartir enseñanzas y experiencias.

Las cuatro claves de un buen informe integrado:

–          Hablar menos del pasado y más del futuro (y hablar del futuro es hablar de sostenibilidad): a los inversores les interesa cómo el pasado va a influir en el futuro y cómo la compañía trabaja para alcanzar los objetivos que se ha propuesto. El futuro está determinado por los temas que marcarán la agenda en diez años y todos ellos están relacionados con la sostenibilidad (cambios en las tendencias demográficas, desarrollo de las clases medias, gestión de los recursos del planeta, etc.). La compañía debe exponer cómo se enfrentará a estos cambios que, sin duda, le afectarán.

–          Exponer de forma concreta la estrategia de la compañía: la mayoría de las empresas, en sus informes, detallan la estrategia de forma muy genérica de manera que apenas se pueden detectar diferencias entre las estrategias de empresas de un tamaño y características similares. Es necesario que los stakeholders conozcan la verdadera visión de la compañía y su estrategia.

–          Incluir tanto los aspectos positivos como los negativos: en los informes corporativos se tiende a explicar únicamente las oportunidades que una compañía puede aprovechar, pero en ocasiones se dejan de lado los riesgos o las barreras a superar. Esa información también es de gran interés y demuestra la transparencia e imparcialidad de la compañía.

–           Concisión: tal y como recomienda el IIRC, los conceptos han de expresarse de forma clara y en las menos palabras posibles. Es preferible evitar  tecnicismos y  divagaciones.