Reactivación del mercado de Private Equity: “No hay ningún motivo para que el dealflow no continúe”

La desafortunada Guerra de Ucrania, el incremento de la inflación, los cambios en la política monetaria con la subida de tipos y la complicación en las condiciones de financiación dejaron un 2022 con enorme incertidumbre. Adicionalmente, la perspectiva de crecimiento de las empresas se puso en duda, con un importante desajuste en las valoraciones por las diferentes expectativas entre compradores y vendedores, con los consiguientes retrasos en el cierre de operaciones. Juanjo Cano, presidente de KPMG, rompía el hielo en el evento “DealMakers Talk 2023”, poniendo sobre la mesa un contexto de mercado que parece haber evolucionado durante este año: aunque se mantiene la cautela, se empiezan a ver una serie de factores que apuntan hacia la reactivación en el segundo semestre.

Y es que los directivos españoles siguen teniendo en mente el crecimiento y la diversificación del negocio. De hecho, una de las conclusiones del Informe sobre Perspectivas de M&A elaborado por KPMG es que el 25% del tejido empresarial apuesta por el crecimiento inorgánico.

“A esto se añade la mayor consolidación del mundo del Private Equity y el hecho de que sigue habiendo un nivel significativo de liquidez disponible para acometer inversiones”, en palabras de Juanjo Cano. Por tanto, los fondos están preparados para seguir invirtiendo, pero debemos dar respuesta a interrogantes como: ¿se definirán estructuras de valoración que acerquen posturas entre comprador y vendedor? ¿Cómo se abordarán aquellas operaciones que requieren de mucha financiación? ¿Seguirá el Private Equity muy enfocado en la gestión de participadas? ¿Se centrarán las grandes corporaciones en su core business, vendiendo actividades no estratégicas?  En general, todo apunta a una recuperación del mercado de M&A y, claramente, una buena actividad de M&A da imagen de una nueva perspectiva de recuperación económica.

Una opa hostil a la economía

Dar contexto a la situación macroeconómica es fundamental. Por ello, DealMakers Talk 2023 quiso hacer énfasis en la guerra de Ucrania, analizando los puntos clave del conflicto, las perspectivas de futuro y los posibles escenarios, de la mano de Mira Milosevich-Juaristi, investigadora principal para Rusia, Eurasia y los Balcanes del Real Instituto Elcano. “Nos encontramos en una clara fase de desgaste de una guerra que tiene tres consecuencias: la ruptura de la cooperación entre Rusia y Occidente, el refortalecimiento de la Alianza Atlántica y la crisis de los refugiados”, explicaba Mira.

Pero no solo eso, la guerra supone el fin del modelo económico alemán, que se basaba en subcontratar energía a Rusia, comercio a China y defensa a los EE.UU. Mira apuntaba: “Esto se ha acabado y, claramente, el futuro de la Unión Europea dependerá mucho de la capacidad de Alemania a adaptarse”. Rusia contribuye al PIB mundial con 1,7%, pero entonces ¿por qué hay tanto desequilibrio de los mercados y por qué la geopolítica ha hecho una opa hostil a la economía? “Porque el 15% de los mercados de energía dependen de Rusia, del petróleo, del gas y de los materiales necesarios para la transición energética. Es lo que ha producido la inflación”, en palabras de Mira. En definitiva, nos encontramos ante el fin de una era, con cambios geopolíticos que están teniendo una fuerte repercusión en la economía real.

Fundraising más complicado

En efecto, los mercados han pasado de contar con muchísima liquidez, a sufrir un fuerte frenazo derivado de la invasión de Ucrania, lo que ha afectado directamente a los niveles de fundraising, con muchos procesos paralizados. Jose A. Zarzalejos, socio responsable de Corporate Finance de KPMG, comenzó así el primer debate, con una pregunta clave: “¿nos encontramos ante una nueva normalidad, en la que debemos acostumbrarnos a tipos altos y deuda complicada o tan solo es un bache en el camino y todo volverá a estabilizarse a medio plazo? Jaime Alba, socio de Artá Capital, considera que es tan solo un bache: “en relación con el fundraising ha habido un crecimiento en la oferta de fondos tanto porque los fondos han crecido en tamaño medio como porque los fondos han invertido más rápido y por tanto han salido más rápido a mercado y la demanda de los fondos no lo ha podido acompañar, también porque hemos vivido un parón de desinversiones, lo que hace que los LPs no recuperen el capital invertido para poder reinvertir”.

En este sentido, Nuria Osés, socia de GED Capital, está de acuerdo y considera que en el mercado del low middle market sí ha habido un parón en los últimos meses: “los vendedores quieren tener más claridad sobre la situación macro y la subida de tipos de interés ha provocado que nos pensemos más como estructuramos las operaciones, alargando los tiempos, tanto en las decisiones de inversión como de salida.  Y, si no hay desinversiones y reembolso para los inversores, será más difícil volver al mercado para pedirles capital”.

El gran número de fondos buscando levantar capital da como consecuencia una mayor exigencia por parte de los LPs a la hora de revisar el performance de los vehículos. Alberto Bermejo, socio de Magnum Capital, aseguraba que, “en la actualidad, los LPs piden más coinversión, exigiéndola en el momento de hacer sus compromisos”. Los inversores españoles empezaron penetrando en el mundo del private equity en fondos internacionales. No obstante, en los últimos años, hemos visto que esos family offices están entrando más en fondos nacionales.

Es más, según Jose A. Zarzalejos, “cada vez actúan de forma más directa, con tiempos de inversión más largos, actuando como un private equity”. No obstante, Nuria Osés puntualiza que, para esas familias inversoras, “los fondos pueden ofrecer una mayor profesionalización, además de una mayor diversificación de su inversión”. En este sentido, Fernando Clúa, socio de Miura Partners, comenta que ellos llevan ya tiempo realizando esas coinversiones, aunque tiene un hándicap: “los target tienen que ser compañías más grandes para poder cubrir el ratio”. Además, apuntaba que el private equity da otra ventaja más a los family offices: “ellos pueden aprender con nosotros, por lo que, además de ganar capital, también consiguen información”.

En todo este entramado, las desinversiones ocupan un papel esencial. Sin ellas, los fondos no pueden devolver el capital a los LPs para que, a su vez, puedan reinvertirlo. Por tanto, Zarzalejos ponía una pregunta sobre la mesa: ¿hay una previsión de rotar carteras a corto plazo a pesar de la incertidumbre y de que la financiación esté más cara? Según Alberto Bermejo, el segundo semestre de 2022 fue el que menos distribuciones se hicieron a los inversores en toda la historia: “a las escasas distribuciones se suma que tienen mayores compromisos, lo que hace que la presión para que los fondos devuelvan parte del capital a LPs sea muy fuerte. Eso es un incentivo para rotar cartera, pero nadie quiere malvender. No se están produciendo esas ventas forzadas aún, los fondos han decidido dilatar los periodos de inversión, pero el año que viene a muchos no les quedará más remedio que vender”. Todo apunta a que la inflación va a mantenerse y los tipos también, lo que exige tener que trabajar con un nuevo entorno macro, algo más certero, que va a ayudar a plantear procesos de salida. Eso sí, según Nuria Osés, “probablemente las valoraciones serán más bajas, lo que no quiere decir que vayan a ser ventas a derribo”. En cualquier caso, los profesionales consideran que el segundo semestre será mejor, con activos buenos y con fondos que quieren vender.

Cuidando la cartera

Mientras la situación económica se estabiliza y los fondos esperan el momento idóneo para vender, la creación de valor adicional en los activos en cartera ha subido puestos en la lista de prioridades de los fondos. En un entorno de tipos de interés altos, menor apalancamiento y mercados en transformación cada vez más rápida, la capacidad de generar retorno a través de arbitraje de múltiplos se ha reducido y el foco de actuación ha pasado a generación de valor a través de toda la cadena de valor con implicación más directa del fondo.

José Manuel Vargas, Partner senior advisor de Rhône Group y CEO de Maxam, lo tiene claro: “siempre ha sido importante, pero, en momentos como el actual, tener un buen equipo de gestión marca la diferencia en el potencial de retorno de una inversión”. Javier Rodríguez, Global Head of Value Creation de KPMG, apuntaba que, en el mercado en términos generales, hay tres grandes palancas de valor: “la digitalización del modelo de negocio, la mejora de las operaciones a través de toda la cadena de valor y la transición hacia una economía sostenible y justa. El valor que aporta el fondo en la gestión ha pasado a un primer plano, evolucionando desde una posición de gobernanza financiera, para tener en cuenta aspectos operacionales y medioambientales del día a día”.

Y es que, a pesar del entorno y de las complejidades actuales, los objetivos de retorno siguen siendo los mismos y, por ello, los fondos están considerando una extensión de los plazos de inversión, tiempo en el que siguen generando valor para sus participadas. “Ha habido muchos ciclos complicados en el pasado, pero si algo ha cambiado en la actualidad, es la velocidad a la que se están implantando los cambios y la importancia de reaccionar de forma inmediata”, en palabras de Maite Ballester, socia responsable de Private Equity de Nexxus Iberia. La creación de valor puede venir por la aportación de capacidad de gestión y experiencia sectorial, la atracción de talento, la expansión internacional y la digitalización. A todo ello se unen también los criterios ESG, convirtiéndose ya en una obligación regulatoria y penetrando totalmente en los LPs, algunos de los cuales tienen requisitos más allá de los regulatorios en este aspecto. Y, cada vez más, “la alineación de intereses entre propiedad y gestión tiene que ser sin costuras. Un back to fundamentals en el que el equipo de gestión sigue siendo la clave de la creación de valor”, asegura Maite.

Financiación

En la última mesa de la mañana, Virilo Moro, socio de Deal Advisory de KPMG, conversó con Henrik Johnsson, Co-Head of Capital Markets and European Investment Banking de Deutsche Bank, sobre las dificultades que se han encontrado los fondos en los últimos 12 meses para financiar sus operaciones, dando un poco de luz sobre este periodo de transición que supone una necesidad de adaptación a un nuevo entorno de tipos de interés.

Henrik planteó que ya ha desaparecido el problema de la disponibilidad de deuda por parte de los bancos que dificultó el cierre de LBOs hace unos meses. “En la actualidad estamos completamente abiertos a financiar nuevos LBOs, pero, sin embargo, creo que el problema que dificulta el flujo de operaciones es el desajuste entre las expectativas de compradores y vendedores”. Además, el tiempo que se tarda en emitir deuda desde la suscripción hasta la colocación real en el mercado puede ser de entre seis y nueve meses, dependiendo de la jurisdicción.

En este sentido, bancos e inversores se enfrentan a una cuestión: ¿cómo será Europa en seis o nueve meses? ¿Cómo será el mundo? Además, Henrik apuntaba otro inconveniente: La regulación y el foco creciente en la exposición a leverage finance por parte del regulador en los balances de los bancos no está ayudando.  En este sentido, aseguraba: “creo que es algo que no va a cambiar y donde el direct lending puede ser una buena alternativa en muchos casos”.

No obstante, no hay un deterioro severo de las condiciones, con una ligera evolución en el margen de los covenants, pero sin la desaparición del modelo que hemos vivido hasta la fecha. En definitiva, tenemos una buena ventana de mercado disponible que debemos aprovechar.

Conclusiones

Claramente, nos encontramos ante un entorno de nuevas dinámicas para el private equity. Noelle Cajigas, socia responsable de Deal Advisory de KPMG, clausuró el evento recordando algunas claves de la jornada. En primer lugar, el contexto de fundraising, con un incremento en el tamaño medio de los fondos que ha provocado algo de indigestión a pesar del tamaño creciente de la industria de alternativos. La dificultad de conciliar el interés de compradores y vendedores ha provocado una reducción de las desinversiones, lo que, a su vez, ha obligado a postponer el ciclo de captación de nuevos fondos. Los LPs, por tanto, han aumentado el escrutinio del performance de los fondos y exigen más a las gestoras, especialmente en cuanto a coinversiones se refiere.

En la gestión de participadas está habiendo un “Back to fundamentals” y el management es, más que nunca, la clave. A ello le sumamos la importancia de la flexibilidad: en este cambio de paradigma toca estar más abierto al cambio que nunca y ser rápido en la ejecución.

Por último, en cuanto a financiación, la buena noticia es que se ha puesto fin a ese pipeline atascado de deuda asegurada de esas operaciones que estaban en los balances de los bancos de inversión en el momento en el que estalló la guerra en Ucrania. Ese empacho ha sido gestionado y los bancos tienen los balances listos para comenzar a jugar: están “open for business”.

En definitiva, será necesario ajustar valoraciones y modelos y seguir hacia delante porque la disponibilidad de crédito no es un factor limitante. En palabras de Noelle, “no hay ningún motivo para que el dealflow no continúe. Desde el punto de vista de la capacidad inversora, como de la capacidad de generar valor, como de los factores exógenos más limitantes, ahora mismo no hay excusas. Hay que aumentar el nivel de creatividad, la flexibilidad y trabajar, porque sigue habiendo oportunidades”.