Vuelve el Foro de Davos con los grandes ejes para hacer frente a un mundo fragmentado

A pesar de que no se adopten decisiones, la reunión del Foro Económico Mundial (FEM), más conocida como Foro de Davos por la ciudad suiza que lo acoge, es una de las citas mundiales más esperadas del año. Numerosos líderes políticos, económicos y sociales -este año más de 2.700 procedentes de 130 países- se reúnen, debaten y comparten ideas con el objetivo de impulsar la cooperación entre países y el entendimiento entre las partes. De hecho, el diálogo es el leitmotiv del encuentro de este año, que hace hincapié en la cooperación como un elemento indispensable en un mundo especialmente fragmentado.

“Hay mucho en juego en la economía global. Principalmente, cómo evitar una recesión global“, explicó el fundador y presidente del FEM, Klaus Schwab, en su presentación del programa de la reunión anual. Y es que los acontecimientos que se han ido encadenando en los últimos dos años están siendo el perfecto caldo de cultivo para una mayor polarización y cuestionamiento del orden social y económico tal y como se ha conocido durante los últimos 30 años.

Así lo adelantaba tan solo unos días antes del comienzo del foro el Global Risk Report 2023, el documento que cada año recoge los principales riesgos que afronta el mundo, y que en esta ocasión señala la inflación como el primer problema económico y social en el mundo a corto plazo. Pero donde, además, se advierte de que la pandemia mundial y la guerra en Ucrania han puesto en primer plano las crisis energética, inflacionaria, alimentaria y de seguridad y donde se constata el riesgo que existe de que todo ello alimente la inestabilidad política y social y la emergencia humanitaria en los países en vías de desarrollo.

En este sentido, el informe advierte de una potencial “policrisis”, fruto del encadenamiento de una serie de ‘riesgos conexos’ que se prolongarán durante los próximos dos años, como el riesgo de recesión, el creciente sobreendeudamiento, una crisis continua del coste de vida, las sociedades polarizadas como consecuencia de la desinformación, la interrupción de las medidas oportunas para combatir el cambio climático, así como una guerra geoeconómica que no cesa.

Cómo cooperar en un mundo fragmentado: el papel de las empresas

Es en este escenario es en el que se celebra la reunión del FEM, donde estos días se pone de relieve lo imprescindible de que los países y territorios lleguen a un consenso sobre hacia dónde debe dirigirse el mundo. Un punto de partida que permita reformar y fortalecer las instituciones con las que hacer frente a los grandes retos globales que esboza el ‘Global Risk Report’.

Y es que, al navegar por este mundo en constante cambio, también la forma de operar de las empresas deberá cambiar. Las compañías que antes encontraban una oportunidad en el entorno globalizado mediante eficiencias económicas globales -incluida la fabricación deslocalizada y la expansión de las cadenas de suministro- se verán obligadas ahora a replantear su enfoque.

En este sentido, “muchos gobiernos están empezando a adoptar un papel más activo en las políticas industriales y comerciales, reorientando sus economías en función de preocupaciones de seguridad nacional. Es por ello que, más que nunca, construir relaciones más fuertes con los gobiernos adquiere un papel fundamental para trazar fórmulas con las que superar los retos comunes. El Foro de Davos, que reúne a líderes gubernamentales, empresariales y de la sociedad civil de todo el mundo, escenifica esta importancia de dialogar”, asegura Cándido Pérez, socio Responsable de Infraestructuras, Transporte, Gobierno y Sanidad de KPMG en España.

Hacia una transición energética justa, ¿por qué? 

Uno de esos grandes retos es, sin duda, la transición energética, con un mundo cada vez más convencido sobre la necesidad de afrontar las consecuencias del cambio climático, el cuarto de los grandes riesgos señalados por el ‘Global Risk Report’. Por este motivo, uno de los temas protagonistas en el Foro ha sido la conversión del sistema energético mundial en 100% renovable. “Todos los esfuerzos deben ir en esta dirección: hacia soluciones energéticas limpias. Sin embargo, no se debe dejar de lado el ‘cómo’. De nada sirve transitar hacia este modelo energético si en el camino impactamos de manera negativa en las personas y comunidades cuyo sustento depende de la industria de los combustibles fósiles”, señala Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España.

Con este objetivo, la COP27, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) lanzaron la Alianza para una Transformación Energética Justa (AJET). Y por lo que debe crearse un escenario en el que la narrativa en torno a la transición justa no solo implique a los gobiernos y al sector público. “Es fundamental que los inversores y las empresas energéticas participen activamente en este debate. Dada la complejidad de la transición justa, el sector privado, incluidos los inversores y las propias empresas energéticas, necesitan una hoja de ruta y un conjunto tangible de acciones que emprender para contribuir a garantizar una transición justa”, subraya Carlos Solé, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España.

Digitalización: hacia un metaverso inclusivo y equitativo

El factor social es cada vez más relevante en la toma de decisiones, tanto en la transición energética y cuestiones medioambientales como en los avances que se están produciendo hacia un mundo cada vez más digital y conectado. Así se ha puesto de manifiesto en el Foro de Davos, donde el metaverso ha ocupado una parte importante del debate de los líderes mundiales.

Este nuevo espacio de encuentro social y empresarial genera numerosas oportunidades, pero también plantea nuevos interrogantes. El más relevante pasa por cómo hacer de la promesa del metaverso algo beneficioso para la vida real. Lo primero es centrarse en el propósito. Porque “la verdadera oportunidad del metaverso reside en crear experiencias significativas e inclusivas en la intersección de los mundos físico y digital. Y a medida que las organizaciones avanzan en la definición de su papel en el metaverso, estas deben mirar más allá de la búsqueda de nuevas fuentes de ingresos y comprender el propósito de su presencia ahí”, apunta Álvaro Casado Head of Virtual Assets & Blockchain de KPMG en España.

En este sentido, “cada vez será más importante abordar y dar respuesta a las preocupaciones en torno a la privacidad y la protección de la información. Es imprescindible asegurarse de que todos se sientan seguros en este entorno para fomentar la participación en él. Y los líderes del sector deben ser conscientes de que la seguridad, el cumplimiento y las cuestiones normativas se están entre los mayores retos a la hora de desplegar o crear tecnologías, aplicaciones o experiencias relacionadas con el metaverso”, afirma Noemí Brito, directora en el área Mercantil y responsable del área de Propiedad Intelectual y Nuevas Tecnologías de KPMG Abogados.

Superar las contradicciones en el mundo del trabajo

Para abordar y superar los desafíos a los que se enfrenta el mundo tanto en el corto como en el largo plazo, la única garantía y fuerza impulsora del cambio son las personas. Los líderes reunidos en el Foro de Davos son conscientes de ello. En este punto, el talento y el conocimiento adquieren un papel crucial, estratégico para el ámbito del tejido empresarial teniendo en cuenta el contexto actual.

En primer lugar, la toma de decisiones en un entorno económico complejo, ante el que las empresas afrontan un difícil equilibrio entre la necesidad de seguir atrayendo a los mejores talentos y la de controlar los costes ante la contracción del crecimiento y una inflación persistente. Y la segunda ellas es conseguir hacer balanza entre las expectativas de los directivos y las de los empleados. Cuestiones como el trabajo híbrido, el bienestar, la formación, el desarrollo de carrera o el propósito adquieren un papel cada vez más relevante en la estrategia de atracción y fidelización de talento.

Prueba de este complejo equilibrio es que el 65% de los CEO globales que ven el trabajo en oficina como el entorno preferido, con un 28% que prefiere el híbrido y solo un 7% que prefiere el totalmente remoto. Por ello, “será necesario llegar a un compromiso para salvar la brecha entre las expectativas de los empleados y las de los directivos. Y elaborar una propuesta de valor al empleado que contemple los nuevos modelos de trabajo, desde ambas perspectivas. Serán las empresas con una visión más estratégica y reflexiva a la hora de afrontar estas tensiones las que tendrán más probabilidades de éxito a largo plazo”, señala Cristina Hebrero, socia responsable de People & Change de KPMG En España.

En definitiva, no son pocos los frentes abiertos sobre los que los líderes que se han dado cita en el Foro de Davos deben reflexionar y debatir. Un diálogo que dará como resultado el rumbo y la hoja de ruta a seguir por las organizaciones a nivel mundial, en medio de una coyuntura geopolítica y geoeconómica sin precedentes. Pero con un claro objetivo, el de trabajar de la mano para construir un mundo mejor, más justo, equitativo y próspero, a pesar de las adversidades.