El EBITDA se cuela en la agenda de la sostenibilidad

Si analizamos el perfil de las empresas respecto a su agenda de descarbonización podemos distinguir dos tipologías: las agnósticas, que aún piensan que este cambio inminente no va con ellos y no son conscientes del tsunami legislativo y social en ciernes, y las que sí creen y se implican en la sostenibilidad. Si nos centramos en este segundo grupo y sus estrategias de descarbonización y reducción de huella de carbono, nos encontraríamos que una mayoría de ellas están implementando medidas como el cálculo de huella, la compra de energía de origen renovable, y a lo sumo, implementando medidas de eficiencia energética y energías renovables. Sin embargo, compensar, compensan pocas, y hasta el momento se podrían considerar fenómenos empresariales extraordinarios las que lo hacen de forma correcta a la par que responsable.

Sin embargo, el entorno actual demanda un cambio de enfoque. Además de las acciones anteriormente descritas, se hace necesario poner en marcha medidas vinculadas al área de operaciones, medidas que permitan incidir en la huella de carbono, pero también en los costes de producción. Hablamos de una estrategia  de sostenibilidad que permite a las compañías reducir simultáneamente su huella y sus costes.

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Ese ahorro en los costes permite mejorar los resultados empresariales y en muchos casos acelerar los planes de descarbonización a través de la puesta en marcha de medidas que anteriormente se han descartado por la dificultad de retorno. Hablamos de incidir directamente en la mejora a través de cuatro pilares:

  • Logística: Revisando desde la correcta selección del vehículo hasta los porcentajes de carga, implementando algoritmos de gestión que permitan optimizar las rutas a la par que derivando el flujo de aviones y camiones a trenes y barcos, o  aplicando un correcto plan de mantenimiento que reduzca averías y mejore las tasas de consumo o a través de la inversión en formación para implantar buenas prácticas de conducción.
  • Calidad: A través de procesos de mejora continua que reducen tanto los costes de la no calidad como la huella inherente al proceso productivo, el coste de adquisición y el de producción de las materias primas (y/o el de los componentes que conforman los productos) y el de su transporte hasta fábrica o consumidor final. Se trata de actuar tanto sobre las calidades del proceso (ajustando los límites de las tolerancias en producción de forma que cada unidad de producto gaste la menor cantidad de materia prima posible) como las mermas de calidad (reduciéndolas y, en los casos posibles, reaprovechando los elementos rechazados) y  todo en aras de la eficiencia.
  • Energía: A través del análisis e implantación de medidas de eficiencia energética o renovables (autoconsumo, térmica, PPAs (Power Purchase Agreement) …) y diseñando una correcta gestión energética, que contemple desde la modalidad de contratación hasta la revisión de los perfiles de consumo.
  • Rendimiento:  Persiguiendo la mejora del OEE (Overall Equipment Effectiveness) de las líneas de producción consiguiendo un menor consumo energético, un menor ratio de personal, un menor desgaste de equipos para una misma producción objetiva; y optimizando lotes, turnos y tareas sin valor añadido.

Todas estas medidas son en muchos casos conocidas por la mayoría de las empresas, pero no están siendo implantadas desde el punto de vista de la sostenibilidad, tanto en materia de economía circular con en el camino hacia la descarbonización. Además, su correcta implementación es muy difícil para ellas, bien por la falta de especialización de sus recursos, bien por la alta demanda de tiempo que éstas requieren.

Decía Picasso que no creía en las musas, pero que si llegaban, que le pillaran trabajando. Los 140.000 millones de euros del fondo Next Generation, cuya inversión se prevé para los próximos 3 años, se vertebra en España a través de 10 pilares, entre los que la sosteniblidad es el referente con una previsión de aplicación superior al 10% de fondos. Es el momento de seguir hablando de sostenibilidad, pero ahora más que nunca con mayúsculas.