Por si lo sucedido desde marzo no fuera suficiente, el nuevo Estado de Alarma declarado el pasado 25 de octubre tendrá consecuencias en el ámbito laboral todavía impredecibles. Las cifras de desempleo y de afiliación a la Seguridad Social reflejan la gravedad de la situación. Muchas empresas que mantienen todavía empleados en ERTE saben ya que esa suspensión temporal de contratos de trabajo y la exoneración de cotizaciones que han disfrutado en muchos casos no va a ser suficiente para la supervivencia de sus negocios en condiciones pre-Covid. Ello se traducirá casi con toda seguridad en despidos y, especialmente, a partir del próximo 31 de enero.
Como sucede habitualmente, esto también ha ido por “barrios”. Ha habido sectores como el farmacéutico, sanitario, alimentario o comercio electrónico que han mantenido su actividad durante la pandemia viendo incluso incrementada su actividad en muchos casos. Sin embargo, otros sectores se han visto gravemente impactados por la situación, como los vinculados al turismo y la hostelería, automoción y construcción.
En esos sectores especialmente afectados, la necesidad de acometer extinciones de contratos de trabajo parece una realidad inevitable sin que los ERTE o las limitaciones a despedir por causa COVID19, vayan a conseguir evitar la destrucción de empleo. Algunas empresas ya han empezado a extinguir contratos y muchas otras están ya analizando en qué momento pueden empezar los procesos de despido colectivo.
La regulación de los llamados ERTE de rebrote por limitación o impedimento de actividad y el establecimiento de límites a seguir disfrutando de exenciones sólo reservadas a empresas incluidas en un concreto listado de actividades económicas tampoco ayuda y ha dejado fuera a algunos sectores especialmente afectados como la restauración.
En esta situación, las compañías se han visto en la necesidad urgente de adaptar la gestión de sus recursos humanos en materias clave como la prevención de riesgos laborales -especialmente el riesgo de contagio-, el trabajo a distancia, el uso de la tecnología por los empleados y, especialmente, la flexibilidad en las relaciones laborales. En estas materias, las empresas han estado sometidas desde el inicio de la pandemia a la continua publicación de normas legales en materia laboral de gran complejidad y cuya redacción y omisiones relevantes en algunos casos han generado importantes dudas y problemas de aplicación para las empresas.
En esa obligada adaptación, la herramienta clave que permite a la empresa implementar los mecanismos de flexibilidad laboral necesarios en esta situación ha sido y es la negociación colectiva. Nunca la necesidad de negociar entre empresarios y trabajadores ha sido tan imprescindible. Algunos ejemplos:
Por tanto, la empresa necesita ahora más que nunca estar debidamente asesorada en su continua interlocución con los representantes de los trabajadores con la vista puesta en mantener la viabilidad del negocio mediante la implementación de medidas de trabajo a distancia y de flexibilidad laboral adaptadas a sus necesidades productivas y circunstancias concretas.
En conclusión en estos momentos lo más importante para las empresas en materia laboral puede resumirse en tres palabras: negociación , negociación, negociación.
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