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Volver a Horizonte 2030

Sin ESG no habrá competitividad

Lo demandan los consumidores, lo creen las empresas y lo exigen los reguladores. El presente y el futuro del ESG, a debate.


Participantes en este encuentro
Laura Bravo
Laura Bravo
Responsable de Sostenibilidad y Gobierno Corporativo de Técnicas Reunidas
Federico Gómez
Head of Sustainability de Banco Santander
Ricardo Fraguas
Ricardo Fraguas
Director general de Mirto
Sonioa Hernandez
Sonia Hernández
Gerente de Modelo y Planes de Sostenibilidad de Repsol
Ramon Pueyo
Ramón Pueyo
Socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España

De una gestión en blanco y negro a una gestión en color. Los criterios ESG (medioambientales, sociales y de buen gobierno) han dado un vuelco al modelo de negocio. Sobre todo, la E de Environmental. Lo demandan los consumidores, lo creen las empresas y lo exigen los reguladores. Esta fue una de las principales conclusiones del encuentro ‘ESG como factor de competitividad’, el tercer encuentro de ‘Horizonte 2030: Creando juntos un nuevo futuro’, un proyecto impulsado por KPMG y el Foro de Marcas Renombradas Españolas, en el que varias compañías desvelaron cómo estas tres siglas han transformado su día a día.

“No es fácil ser verde”, cantaba la rana Gustavo en Barrio Sésamo. Una anécdota con la que Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España, ilustró la brecha entre las expectativas y la realidad. Es un camino difícil porque estamos ante un complejo cambio cultural y una inédita transformación en la gestión que afecta a toda la organización y se extenderá a toda la cadena de suministro, como manifestaron los responsables de Sostenibilidad presentes en el encuentro.

“Constatamos la profundidad de los cambios que se van a producir para todas las compañías, en todos los sectores y en todas las cadenas de valor y en un plazo muy corto de tiempo”, dijo Ramón Pueyo.

“Ser verde exige tener intención de serlo y hacer las cosas de manera distinta. Para ser verde no es suficiente pintarse la cara de verde o decirlo muchas veces. Tiene que ver con la transformación del modelo de negocio”
Ramón Pueyo, Socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno
KPMG en España

¿Cuál quieres más: la E, la S o la G?

Especial atención requiere la relación entre la E de medioambiental y la S de social. Porque hay un riesgo para el empleo y por la preocupación ante la autoexigencia europea en materia climática, y el peligro de que esa regulación termine favoreciendo a los países que menos avanzan.

“La vinculación entre la E y la S es absoluta. Todo lo que impacta en el cambio climático impacta en las personas. No podemos dejar a nadie atrás”, afirmó Sonia Hernández Barrado, gerente de Modelo y Planes de Sostenibilidad de Repsol. Lo vemos estos días con los precios de la electricidad. Una solución a medio plazo, tal como apuntaron la gerente de Repsol y Ramón Pueyo, de KPMG, está en la directiva europea de due diligence ligada a toda la cadena de suministro.

¿Pero cuál de los tres criterios ESG tiene más peso? Para Federico Gómez Sánchez, del Santander, también depende de a qué stakeholder te estás dirigiendo. “La G, a grandes rasgos, interesa más al inversor: cómo estás llevando la compañía. A raíz de la firma del acuerdo de París la E ha crecido exponencialmente”. El gran reto a futuro es cómo se combinan la E y la S. Con el concepto de transición justa, de no dejar a nadie atrás, la parte social va a cobrar más importancia en los próximos años, auguró el directivo del Santander.

¿Cuándo empezó todo? La importancia de adelantarse a la regulación

Las empresas presentes en el foro relataron cuándo y cómo llegó su punto de inflexión, el momento en el que decidieron afrontar su transformación sostenible. En general, ocurrió antes de que fuera una obligación: nació como una convicción interna que surgió en los departamentos más concernidos y que terminó permeando a toda la organización.

Empezamos antes con la convicción que con la coacción. Recuperábamos los datos no financieros antes de que fuera obligatorio. Eso nos permitió estar preparados. Cuando apareció la legislación sobe la información no financiera teníamos ya unos procedimientos y herramientas que nos permitían extraer la información”, explicó Laura Bravo, responsable de Sostenibilidad y Gobierno Corporativo de Técnicas Reunidas.

“La información financiera era como poner la historia de la empresa en blanco y negro. Se ha convertido en una necesidad complementar el reporte financiero con el no financiero. Es como darle color: te cuenta la historia que está detrás de la compañía”
Laura Bravo, Responsable de Sostenibilidad y Gobierno Corporativo
Técnicas Reunidas

Al trabajar con esa información no financiera, cada vez que se trabajaba con un dato saltaba un testigo, explicó Laura Bravo. “Son planes de acción en sí mismos: en cuanto extraes los datos ves lo que está mal”.

En Mirto tienen la sensación de que la sostenibilidad siempre estuvo ahí. En el sector textil y de la moda, en particular, pero en general el mundo de la pyme.

“Las pymes llevan en su ADN la sostenibilidad. Algo sostenible es algo que puede perdurar en el tiempo y las pequeñas y medianas empresas siempre han sido instituciones que tratan de serlo”
Ricardo Fraguas, Director general
Mirto

En el sector textil, la cadena de valor ha sido siempre global, empezando por la materia prima, como el hilo y el algodón. “Ya solo en el hecho de cortar el tejido siempre ha habido una conciencia de aprovechamiento, de cuidar esas telas que sobran”, explicó Ricardo Fraguas, su director general. La economía circular es hoy una moda, pero en algunos sectores era una necesidad.

Nos marcamos el compromiso de ser una compañía cero emisiones netas en diciembre de 2019. Y no solo nos hemos mantenido, sino que cada año hemos sido más ambiciosos en los hitos intermedios que definimos entonces.”
Sonia Hernández Barrado, Gerente de Modelo y Planes de Sostenibilidad
Repsol

Por su parte, Federico Gómez Sánchez indicó que la transformación comenzó dentro del grupo como una convicción interna. “El banco tiene que ser un agente social más y contribuir en la transición a una economía baja en carbono como en los aspectos sociales en las comunidades donde operamos”. Era una convicción nicho, en los departamentos de sostenibilidad o reporte, hasta que se extendió al resto de la organización y se empezó a ver, además, como una oportunidad y también como un riesgo. La tercera fase en ese proceso fue la coactiva, cuando interviene el regulador. Todas esas fases, señaló, se tuvieron que acompañar de formación.

“Esa transformación debe venir liderada por el talento, las personas que forman parte de la compañía. Es nuestra ventaja competitiva. Debemos readaptar y recualificar el talento e incorporar nuevas disciplinas”, dijo por su parte Sonia Hernández Barrado. También ahí juegan un papel importante la diversidad y la inclusión, como oportunidad para atraer todo el talento disponible. “La Transición Energética es una oportunidad de empleabilidad. Las renovables van a necesitar muchos puestos de trabajo”, aseguró la gerente de Sostenibilidad de Repsol.

Llegar a 2050 con los deberes hechos: el poder taumatúrgico de una fecha

Todas las empresas han diseñado una hoja de ruta con dos fechas emblemáticas en el horizonte: 2030 y 2050. Pero con los acontecimientos que hemos vivido estos dos últimos años -pandemia, guerra de Ucrania, crisis energética y de suministros- no es aventurado suponer que el mapa pueda cambiar. Las marcas presentes en el foro bascularon entre el optimismo y un escepticismo. Si ya es difícil que un responsable de planificación pueda garantizar lo que ha previsto para el año que viene, pensar en 2050 es un ejercicio aún más complicado.

“Objetivos a tan largo plazo siempre tienen un componente de buena voluntad. Puedes poner todos los medios y que las circunstancias del mundo no lo permitan”, sostuvo Laura Bravo.

Para Ricardo Fraguas, de Mirto, metas como las que ha fijado la comunidad internacional en 2050 son al menos una oportunidad para que se produzca una toma de conciencia y la descarbonización se introduzca de forma natural en nuestras vidas. Los conductores, por ejemplo, ven lejos el objetivo de la electrificación forzosa, pero al menos han interiorizado que tendrán que cambiar de coche, y eso ya está moviendo el mercado.

“Europa siempre ha sido tractor y el primero de la clase”, valoró Sonia Hernández. Pero más allá de la ambición de la UE, lo importante es saber qué mecanismos establece para salvaguardar la competitividad de la industria. “Todos queremos ser cero emisiones”, subrayó, pero se preguntó qué va a pasar con los productos que vengan de mercados internacionales con una huella de carbono muy superior. Y se mostró favorable a apostar por una cesta amplia de tecnologías para llegar al objetivo de la descarbonización. Una receta que incluya desde biocombustibles a combustibles sintéticos, renovables o hidrógeno verde.

“La regulación debe ser inteligente y no provocar efectos perversos: que protegiendo un bien desprotejamos otro, como el empleo”
Ramón Pueyo, Socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno
KPMG en España

Esa preocupación por el empleo planeó durante todo el encuentro. “Reivindico la S: lo social. No todo es ser verde”, subrayó Ricardo Fraguas. Los propios consumidores son los que tienen la responsabilidad de exigir la sostenibilidad de los productos que adquieren, pero no solo los que se producen en Europa, sino los que compran en otras regiones con regulaciones más laxas.

“Llevo desde 2013 en este mundo y es la primera vez que veo a muchísimos agentes -las empresas, el regulador, el inversor, las empresas financieras- que, por convicción, por coacción y por conveniencia se implican en esta transformación sostenible”
Federico Gómez Sánchez, Head of Sustainability
Banco Santander

El directivo del Santander se mostró expresamente “muy optimista”. Y citó como palancas de este avance desde la tecnología, que está avanzado de forma exponencial, a la acumulación de materia gris que en muchos sitios está poniendo foco en los temas ambientales y sociales.

Una cuestión de imagen: predicar con el ejemplo, más que hablar de lo que somos

¿Pero somos realmente sostenibles? Ramón Pueyo habló de una paradoja. “Más de dos terceras partes de los consumidores hemos cambiado nuestros hábitos de consumo por la preocupación ante el cambio climático. Pero cuando la UE pregunta a los consumidores europeos, tres cuartas partes decimos que no nos creemos las afirmaciones ambientales de las compañías”.

La desconfianza se resuelve desde la transparencia y predicando con el ejemplo. “Ese descreimiento está en parte justificado por el greenwashing: mucha promesa no sostenida por datos reales de las compañías”, remarcó el socio responsable de Sostenibilidad de KPMG en España.

Para Federico Gómez Sánchez, de Banco Santander, ser más sostenible tiene un impacto innegable a nivel reputacional. En sentido contrario, la sociedad y los inversores penalizan a quienes no lo son. Y es importante tener en cuenta que es mayor el castigo que el premio. “Lo que tiene más fuerza son los hechos. Luego tienes que comunicar”, aseguró en la misma línea Sonia Hernández Barrado, de Repsol.

Es un cambio de valores en la sociedad que ya no tiene vuelta atrás y que no entiende de posiciones políticas. Como subrayó Ramón Pueyo, “el cambio climático no tiene ideología”. Y recordó, en este sentido, que el primer líder internacional que acudió en 1989 a Naciones Unidas para alertar de la concentración de CO2 en la atmósfera y hablar de cambio climático fue la primera ministra británica, Margaret Thatcher.

La guerra de Ucrania, con la consiguiente crisis energética, lo mismo que lo vivido durante la pandemia, “no solo no cuestionan el movimiento de fondo, hacia la descarbonización, sino que permiten constatar la importancia de avanzar en esa dirección lo más rápido posible”, sostuvo.

Un cambio de valores que Ricardo Fraguas ve con optimismo porque hay una toma de conciencia que va más allá de las metas climáticas y la regulación. Un cambio cultural que cuestiona, en su sector, la llamada “fast fashion”, de productos de bajo coste y que duran apenas una temporada en casa.

“Empieza a haber conciencia de que me voy a comprar algo que me dure más tiempo”, explicó el director general de Mirto. Los consumidores tratan de darle una segunda vida a la ropa que les sobra, por ejemplo, donándola a personas necesitadas. Porque ser verde no es solo utilizar fibras naturales u orgánicas: es una nueva mentalidad tanto en las compañías como en la sociedad.

“En la pandemia, pensamos que las compañías se iban a olvidar de la sostenibilidad. Y sucedió exactamente lo contrario”, recordó Ramón Pueyo.

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