El ‘nuevo’ entorno geopolítico, con tensiones crecientes, incertidumbre y nuevas amenazas que surgen constantemente han provocado un replanteamiento de las estrategias de defensa. Y, en este contexto, España ha reafirmado su compromiso con la seguridad colectiva: nuestro país destinará el 2,1% del PIB en gasto en defensa. Y lo hará ya en 2025. Una apuesta por incrementar la inversión, pero, sobre todo, por hacerlo de forma eficiente, sostenible y en coherencia con las prioridades nacionales, buscando la soberanía estratégica, operativa y tecnológica. Pero, ante este cambio en la estrategia, surgen importantes retos que hay que saber enfrentar para alcanzar la tan deseada autonomía estratégica.
La dependencia tecnológica y de suministro en un entorno de creciente competencia internacional, la importancia de la cooperación en el desarrollo de capacidades y las implicaciones de la autonomía estratégica en términos de seguridad, innovación y desarrollo económico son algunos de los desafíos que enfrenta la industria.
Y es que, de acuerdo con el informe de KPMG sobre Tendencias emergentes del sector Defensa y Aeroespacial, “el 44% de los consejeros delegados en defensa señala como principal riesgo la cadena de suministro, y el 14% considera los riesgos de carácter operativo como los más relevantes. Es decir: casi el 60% de los CEOs están preocupados por los riesgos que afectan a la autonomía estratégica y a sus cadenas de suministro” subrayó Jorge Sáinz, socio responsable de Industria y Automoción de KPMG en España, en su intervención en el evento ‘Seguridad y defensa ante el nuevo orden mundial’, organizado por Europa Press en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESDEN).
Con ello, una cosa está clara: la clave está en consolidar capacidades y transformar operativamente el sector para ser más competitivos y eficientes. Pero ¿qué capacidades son claves para reducir dependencias externas críticas?
En un contexto de transformación acelerada de la industria de defensa, generar escala se ha convertido en una prioridad estratégica. Para que las innovaciones pasen de la idea a la práctica, es esencial contar con capacidades robustas y marcos de colaboración público-privada que faciliten el acceso al mercado. Las organizaciones deben evaluar rápidamente la viabilidad de sus proveedores, explorar oportunidades en sectores adyacentes y apoyarse en alianzas internacionales, ya que pocos países pueden escalar por sí solos. En este nuevo entorno, la capacidad de escalar no solo determinará la competitividad, sino también la soberanía tecnológica y la resiliencia industrial.
“Si ponemos la mirada en el tejido industrial español, nos encontramos numerosas pymes dedicadas a implantar e integrar soluciones. Esto, sin duda alguna, requiere que nos centremos en potenciar esas capacidades propias, eliminar duplicidades y ganar escala” señala Jorge Sáinz.
La innovación en defensa ya no depende tanto de fomentar la investigación, sino de acelerar su aplicación práctica. Las tecnologías emergentes en el sector están listas, pero los procesos de adquisición siguen siendo lentos y burocráticos. Para mantenerse competitiva y responder a amenazas en tiempo real, la industria debe transformar radicalmente sus modelos de I+D, acortando los ciclos entre desarrollo, prueba y despliegue operativo.
En paralelo, la digitalización se ha convertido en un imperativo estratégico. En un entorno geopolítico volátil, la ventaja la tendrán quienes puedan tomar decisiones informadas con mayor rapidez. Esto exige que las organizaciones de defensa adopten tecnologías digitales avanzadas —como inteligencia artificial, análisis de datos en tiempo real y sistemas conectados— no como proyectos aislados, sino como parte central de su estructura operativa. La transformación digital no solo mejora la eficiencia, sino que redefine la capacidad de respuesta y adaptación frente a amenazas emergentes.
En otras palabras, “la industria debe transformarse operativamente no solo en términos de capacidad. Replantear todos los procesos productivos resulta fundamental para responder ante una demanda que cada vez es mayor. Y, además, hacerlo eficientemente. De ahí, el aprovechamiento de mejores prácticas de otras industrias que han sufrido mucho, con una competencia brutal históricamente como es la industria de la automoción”, destacó Jorge Sáinz.
Por último, el impulso actual del sector precisa de talento y formación. Y es que a medida que el sector evoluciona, también lo hace la necesidad de atraer nuevos perfiles técnico-científicos altamente cualificados. Los líderes del sector están invirtiendo significativamente en rediseñar sus estrategias laborales para enfrentar tres factores clave: la digitalización acelerada con la adopción de la inteligencia artificial, la competencia por atraer y fidelizar talento, y la necesidad de formar en nuevas competencias.
En paralelo, hablar de financiación en el sector es importantísimo. Aunque tradicionalmente se ha hablado de financiación pública, la creciente inestabilidad geopolítica y la necesidad de reforzar la seguridad nacional ha propiciado una nueva ola de inversión en defensa, especialmente por parte de fondos de capital privado y fondos de capital riesgo en Europa.
Si bien históricamente contemplar los fondos de capital riesgo enfocados en temas de defensa era un tema tabú, pues este tipo de fondos tenían prohibido invertir en temas de defensa, hoy se han desarrollado diversos fondos, cada vez de mayor capital.
Y es que el papel que juegan estos fondos es crucial debido a la agilidad que aportan en el ecosistema industrial, administrativo y financiero. Concretamente, en el ámbito de venture capital, pueden introducirse de forma muy potente y aportar en gran medida ante un contexto de elevadísima fragmentación y que requiere escala.
En este sentido, Jorge Sáinzs subraya que “aproximadamente el 80% de las compañías del sector facturan menos de 10 millones de euros, lo que hace que la consolidación sea indispensable para alcanzar la escala necesaria y permitir inversiones adecuadas en tecnología, I+D+i, etc. Estos fondos son expertos en adquirir, y consolidar compañías para maximizar su valor”. En resumen, los fondos de capital privado alternativo se perfilan como un actor clave, dada la evidente oportunidad que presenta para el sector.
En definitiva, el sector de Defensa a nivel global se enfrenta a un momento histórico, que supone tanto un reto como una oportunidad para la economía, la tecnología y la industria. En este escenario, España apuesta por la autonomía estratégica y la colaboración público-privada para reforzar su posición en Europa y el mundo ante el nuevo escenario geopolítico y tecnológico.
Entonces, ¿estamos preparados? España cuenta con una base sólida. Sin embargo, la industria debe acelerar su transformación y combatir la excesiva fragmentación en algunos verticales del tejido industrial. Nos encontramos ante la necesidad de fortalecer capacidades industriales propias, fortalecer e impulsar el talento, escalar procesos productivos de forma eficiente y apostar por la innovación y la digitalización como palanca de competitividad. Solo así podremos enfrentar los desafíos que se avecinan y aprovechar las oportunidades que se presentan.
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