No son pocas las veces en las que últimamente hemos tenido que responder a una pregunta: ¿cómo gestionamos la reputación con una polarización y desconfianza tan grandes?
La respuesta parece evidente: que si precisamente por eso es importante gestionar la confianza; que si es cuando más se necesita la comunicación; bla, bla, bla…
Pero una reflexión más profunda sobre la pregunta nos lleva a una respuesta igualmente más profunda y, sobre todo, a un nuevo paradigma en la gestión de la reputación.
“Hic sunt dracones” (“Aquí hay dragones”) es la frase que, junto a dibujos de serpientes marinas y extrañas criaturas, incluía el mapamundi de Lenox para referirse a los territorios inexplorados o peligrosos. Creo que quienes hoy se dedican a construir confianza y reputación, estarían tentados a utilizar esta expresión más de una vez en su mapa de stakeholders, territorios y asuntos relevantes.
Si la gestión tradicional de la reputación ha estado basada -atendiendo a una burda simplificación- en la respuesta a las expectativas de los grupos de interés, hoy eso se presume imposible. Siempre ha habido intereses en conflicto entre las partes interesadas de una compañía, pero difícilmente encontraremos otra época en la que un mismo desempeño corporativo haya despertado reacciones tan contrarias. Una misma apuesta corporativa hoy puede generar la máxima favorabilidad en un stakeholder y la máxima hostilidad en otro. Gestionar la confianza, por tanto, tratando de responder lo que esperan, no dará el resultado deseado.
La clave estará, por tanto, en gestionar la reputación de otra manera, y en asumir el coraje como actitud principal. Coraje para definir y seguir un camino propio, sin buscar la aceptación de todos, analizando e identificando bien aquello que tiene verdadero valor para la compañía, que dibuja sus oportunidades de futuro, que responde a sus principios y a su propósito, que, por otro lado, no puede prescindir del entendimiento de lo que será más beneficioso también para aquellos stakeholders que dependen de ella y de los que ella depende, aunque ellos aún no lo sepan ni lo esperen.
Y por ello, hay ciertas claves a tener en cuenta para gestionar la reputación hoy:
En definitiva, el momento es apremiante en lo que a regeneración de la confianza se refiere. Basta abrir un periódico en cualquier parte del mundo para darse cuenta de la magnitud de la crisis y lo que afecta a instituciones y organizaciones de todo tipo. Y ante este reto, lo mejor es aplicar con generosidad el buen criterio y el sentido común, avanzando desde lo posible a lo más desafiante. Ya o decía santo Tomás, “debes optar por los riachuelos y no por entrar inmediatamente al mar, pues lo difícil debe ser alcanzado a partir de lo fácil”. Así será el nuevo paradigma de la reputación.
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