El rol del CIO (Chief Informatio Officer) ha evolucionado significativamente en la última década. Al principio y durante años, su función estuvo centrada en la gestión de infraestructuras tecnológicas, la eficiencia operativa y el soporte a los sistemas de información. Más adelante, con la aceleración de la digitalización, el CIO comenzó a desempeñar un papel más transversal, colaborando con otras áreas para impulsar la transformación digital. Ya en 2023 un estudio de MIT Sloan revelaba que el 71 % de los CIOs ya asumían un rol activo en el desarrollo de la estrategia empresarial, identificando oportunidades de diferenciación y generando nuevas fuentes de ingresos. Una tendencia que se ha consolidado en los últimos años, hasta que, en 2025, el CIO se ha convertido en una figura clave en la estrategia de las organizaciones, con responsabilidad directa sobre la innovación, la creación de valor y la sostenibilidad del negocio.
Pero, en este nuevo contexto, el liderazgo del CIO también se enfrenta a desafíos cada vez más complejos, marcados por la velocidad del cambio tecnológico y la necesidad de tomar decisiones estratégicas con impacto estructural para los negocios.
Uno de los principales desafíos del CIO en 2025 es liderar y gestionar un contexto en el que el impacto de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial generativa, está transformando procesos, modelos de negocio y estructuras organizativas. Su adopción por parte de las compañías no deja de crecer: según las respuestas de los más de 1.200 empresarios y directivos que participaron en la encuesta Perspectivas España 2025, dos de cada cinco empresarios (38%) incluyen la digitalización y la adopción de la IA generativa entre sus tres principales prioridades estratégicas para este ejercicio. Un progreso que ha ampliado el alcance del CIO, pero también ha introducido dilemas en torno a la gobernanza, la privacidad y la calidad de los resultados.
Adicionalmente y, más allá de los marcos de control o las políticas de uso, el verdadero reto para el CIO está en asumir un liderazgo capaz de integrar estas tecnologías emergentes con criterio, visión y propósito, porque no se trata solo de implementarlas, sino de hacerlo de forma que genere confianza, valor y sentido dentro de la organización.
A este reto se le suma la creciente presión sobre la ciberseguridad. Y es que la proliferación de entornos híbridos, el auge de los deepfakes y la adopción masiva de tecnologías como la inteligencia artificial ofensiva han ampliado exponencialmente los posibles frentes de ataque. Por tanto, la ciberseguridad ya no es solo una función técnica, sino una cuestión estratégica que impacta directamente en la continuidad operativa y la confianza de las organizaciones. Según el informe Cybersecurity Considerations 2025, los CISOs están asumiendo un rol más transversal, con mayor peso en la toma de decisiones y una responsabilidad creciente sobre la resiliencia del negocio.
Por ello, en este escenario, la colaboración entre el CIO y el CISO se vuelve más crítica que nunca. Es decir: su relación pasa a ser una alianza estratégica. Porque, mientras el CIO lidera la transformación tecnológica, el CISO vela por que esa transformación sea segura, resiliente y alineada con los riesgos del entorno, y solo desde esa complementariedad puede construirse una organización verdaderamente preparada para innovar sin comprometer su integridad.
Junto a las tecnologías emergentes y a la ciberseguridad, el talento digital se incluye también como reto del CIO este ejercicio. Pues la escasez de perfiles cualificados, la presión por automatizar y la necesidad de aprendizaje continuo han convertido la gestión del talento digital en una prioridad estratégica. Y los líderes que forman parte de la vanguardia digital, es decir, aquellos que logran mayores tasas de éxito en sus iniciativas digitales, comparten una característica clave: co-lideran el desarrollo del talento junto con otras áreas del negocio. Esto implica no solo atraer perfiles técnicos, sino también crear entornos que fomenten la autonomía, el propósito y la evolución profesional.
Además, como se señala en el artículo “How to lead tech professionals and teams”, liderar equipos tecnológicos requiere entender sus motivaciones y adaptar el estilo de liderazgo a su forma de trabajar, combinando claridad estructural con espacio para la experimentación. Por tanto, y basándonos en todo lo anterior, el CIO debe ser también un arquitecto cultural, capaz de construir equipos resilientes, diversos y con la capacidad de aprender al ritmo que exige la innovación.
Por último, la sostenibilidad tecnológica ha dejado de ser un tema periférico para convertirse en una prioridad creciente en la agenda del CIO. La eficiencia energética de los sistemas, la gestión responsable del ciclo de vida de los dispositivos y la medición de la huella digital son ya factores clave en la toma de decisiones tecnológicas, impulsados en parte por la entrada en vigor de la Directiva CSRD de la Unión Europea[2]. Esta normativa exige a miles de empresas reportar con mayor rigor su desempeño en materia ESG, lo que obliga a integrar estos criterios en la estrategia tecnológica. En este contexto, el CIO debe liderar una tecnología más responsable, que no solo reduzca el impacto ambiental, sino que también refuerce la eficiencia operativa y la reputación corporativa.
En definitiva, el CIO en 2025 ya no es solo un gestor de tecnología, sino un líder estratégico que opera en la intersección entre el negocio, la innovación, la seguridad, el talento y la sostenibilidad. Su rol exige una visión holística del negocio, una capacidad de adaptación constante y un liderazgo con propósito. En un entorno donde la tecnología evoluciona más rápido que nunca y las expectativas sobre su impacto son cada vez mayores, el CIO se convierte en un agente clave de transformación, capaz de alinear la agenda tecnológica con los valores, los objetivos y la resiliencia de las organizaciones. Su éxito dependerá no solo de su dominio técnico, sino de su habilidad para construir puentes, generar confianza y liderar con sentido en un mundo cada vez más complejo e interconectado.
Deja un comentario