Cómo la alta dirección debe implementar la IA en la organización: una carrera de fondo

La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa tecnológica para convertirse en un motor de transformación empresarial. Su impacto alcanza tanto a los procesos de soporte como a los procesos de negocio, redefiniendo modelos operativos y abriendo nuevas oportunidades de crecimiento. Sin embargo, “para que esta transformación sea sostenible, la alta dirección debe asumir un papel protagonista: definir la ambición, marcar el ritmo y garantizar que la integración de la IA se realice con visión estratégica, foco en las personas y control de riesgos”, destaca David Sanz, socio responsable de IA, Análisis de Datos y Tecnologías Emergentes de KPMG en España.

Tres claves para una ambición transformacional

La implementación de la IA no puede abordarse como un proyecto aislado ni como una mera incorporación tecnológica. Requiere una ambición transformacional por parte de la alta dirección que contemple tres aspectos fundamentales:

  • Impacto transversal en procesos de soporte y de negocio. La IA puede optimizar funciones de soporte como finanzas, recursos humanos o compras, pero también transformar procesos de negocio clave: desde la relación con clientes hasta la cadena de suministro. El grado de impacto dependerá del sector, pero siempre existen oportunidades relevantes para evolucionar más allá de los modelos tradicionales.
  • Prioridad en personas y procesos (80%) frente a tecnología (20%). La verdadera transformación no reside únicamente en la adopción de nuevas herramientas, sino en la capacidad de rediseñar procesos y preparar a las personas para trabajar de manera distinta. La inversión debe centrarse en formación, gestión del cambio y rediseño organizativo, dejando la tecnología como habilitador.
  • Equilibrio entre innovación, seguridad y cumplimiento normativo. La velocidad de innovación que exige la IA debe convivir con la necesidad de proteger datos, garantizar la ética en el uso de algoritmos y cumplir con regulaciones cada vez más estrictas. La alta dirección debe establecer mecanismos de gobernanza y seguridad que aseguren la confianza de manera continuada.

Retos que enfrentan las compañías

Sin embargo, la realidad se impone y la dirección de las organizaciones que se embarcan en este proceso se encuentran con retos técnicos, organizativos y culturales que condicionan el éxito de la transformación y que, para Miguel Marco, socio de Strategy & Value Creation y responsable de Technology M&A Strategy de KPMG en España, son los siguientes:

  • Definir el nivel de ambición adecuado. Muchas compañías oscilan entre expectativas desmesuradas y una visión demasiado conservadora. La clave está en establecer objetivos realistas a corto plazo que generen confianza, sin perder de vista el potencial transformador a medio plazo.
  • Compromiso y financiación desde la alta dirección. Los proyectos de IA requieren inversión inicial antes de poder demostrar un retorno sostenible. Sin un compromiso firme de la alta dirección, las iniciativas corren el riesgo de quedarse en pilotos inconclusos.
  • Identificación del valor de manera holística. El ROI de la IA se basa en hipótesis que no siempre son fáciles de contrastar. Convencer a la organización del valor requiere una visión integral que combine eficiencia operativa, innovación en la propuesta de valor y mejora de la experiencia del cliente.
  • Escasez de talento experto. Encontrar perfiles tecnológicos cualificados sigue siendo un desafío global. La alta dirección debe apostar por estrategias de atracción, formación y retención de talento, así como por la colaboración con socios externos de confianza.
  • Foco en tecnologías con mayor impacto. La disrupción tecnológica es constante, pero no todas las soluciones aportan el mismo valor. Es esencial priorizar aquellas que estén alineadas con los objetivos estratégicos de la compañía.
  • Gestión del impacto en personas. La IA puede implicar una reducción de determinados puestos y una redefinición de funciones. Las personas que permanecen deben trabajar de manera diferente. Todo ello exige un plan de gestión del cambio sólido y transparente.
  • Riesgos inherentes a la IA. Regulaciones, uso indebido de modelos, evolución tecnológica y adaptación de la fuerza laboral son riesgos que deben gestionarse de forma proactiva. La gobernanza y la ética en el uso de la IA son ya factores críticos de competitividad.

El pulso del mercado: agentes de IA como catalizadores

Uno de los ámbitos con mayor capacidad transformadora son los agentes de IA, sistemas capaces de ejecutar tareas complejas de manera autónoma y adaptativa. De hecho, según la encuesta trimestral de KPMG sobre adopción de la IA, la mayoría de las organizaciones ya han superado la fase de experimentación con agentes de IA, y, más allá de eso, el 33% ha implementado al menos algunos agentes, cifra que se ha triplicado tras dos trimestres consecutivos en el 11%.

Este dato refleja una tendencia clara: la IA no se limita a automatizar procesos, sino que evoluciona hacia modelos de colaboración hombre-máquina que redefinen la forma de trabajar. Los agentes de IA pueden convertirse en asistentes virtuales para empleados, gestores de procesos internos o incluso en interfaces de relación con clientes.

Sin embargo, “la ventaja competitiva que se obtiene con estas implementaciones es efímera. Puede perderse en apenas 12 meses si la compañía no continúa transformándose. La disrupción tecnológica fomentará una competencia constante en los próximos años, lo que exige a la alta dirección una mentalidad de transformación continua. No se trata de una transformación puntual, sino de un proceso permanente de adaptación”, insiste Miguel Marco.

Pasos prácticos para la alta dirección

Para que la implementación de la IA sea exitosa, la alta dirección debe seguir una hoja de ruta clara y pragmática, que Alfredo Carrión, Associate Partner de IA, D&A y tecnologías emergentes de KPMG en España, enumera así:

  1. Definir la estrategia y el modelo de gobernanza en IA. El primer paso consiste en comprender la posición actual de la organización respecto a la inteligencia artificial y establecer cómo puede integrarse en los marcos estratégicos y de gobernanza ya existentes. Es fundamental fijar objetivos iniciales que sirvan de referencia para la transformación y garanticen un despliegue alineado con la visión corporativa.
  2. Evaluar el grado de preparación de la organización. Antes de avanzar, conviene analizar la madurez de los datos, las capacidades técnicas y el nivel de conocimiento interno sobre IA. Preguntas como “¿contamos con datos de calidad?”, “¿tenemos las competencias necesarias?” o “¿existe conciencia empresarial sobre el impacto de la IA?” ayudan a identificar el punto de partida real.
  3. Identificar casos de uso y beneficios tangibles. La IA debe orientarse hacia objetivos concretos. Detectar áreas donde puede aportar valor —ya sea optimizando procesos, mejorando la experiencia del cliente o generando eficiencias operativas— permite priorizar iniciativas y demostrar resultados medibles desde las primeras fases.
  4. Comunicar el valor de la IA en toda la organización. La adopción de la IA requiere el compromiso de los distintos niveles de la empresa. Para lograrlo, es clave transmitir mensajes claros sobre cómo contribuirá al crecimiento y a la consecución de los objetivos estratégicos. Mostrar ejemplos de adopción en el sector y evidencias de impacto refuerza la credibilidad del proyecto.
  5. Impulsar la capacitación y reforzar la infraestructura. La transformación en IA exige talento especializado y capacidades técnicas avanzadas. Realizar un análisis de brechas de competencias, invertir en formación y atraer perfiles adecuados son acciones prioritarias. Asimismo, es necesario evaluar si los casos de uso requieren infraestructuras más potentes y planificar las inversiones correspondientes.
  6. Desplegar capacidades fundamentales y monitorizar resultados. El despliegue de la IA debe realizarse de forma progresiva, con una planificación por fases que permita medir el impacto y ajustar la estrategia. Establecer alianzas tecnológicas, garantizar la seguridad y el cumplimiento ético de los modelos, y evaluar de manera continua el valor generado son elementos esenciales para consolidar la transformación.
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La importancia de implementar un buen modelo de gobierno de IA

No es casualidad que la definición estratégica del proyecto esté a la misma altura que el establecimiento de un modelo de gobernanza de la IA, pues este debe estar alineado con la estrategia corporativa y sustentarse en principios como la ética, la transparencia, la equidad, la privacidad y la ciberseguridad.

Y, teniendo en cuenta que muchas compañías aún tienen un nivel de madurez bajo en este ámbito, “lo más recomendable es que la responsabilidad en este sentido no recaiga en una figura aislada, sino en un comité multidisciplinar que incluya perfiles de riesgos, auditoría, legal, tecnología y ciberseguridad. De esta manera, se garantiza que cada iniciativa de IA se registre, se inventarie y se evalúe conforme a la regulación aplicable, evitando esfuerzos dispersos y favoreciendo un uso más estratégico de las inversiones», explica Javier Aznar, socio de Technology Risk y Ciberseguridad de KPMG en España.

Del mismo modo, a la par que se acelera el despliegue de iniciativas de inteligencia artificial en las compañías, estos entornos deberán aplicar principios de seguridad desde su diseño y que permitan monitorizar de manera automatizada los riesgos asociados.

Pero, más allá de la regulación que, por supuesto, ha de cumplirse, “es esencial atender a recomendaciones internacionales como la Recomendación sobre la Ética en la Inteligencia Artificial de la UNESCO o los principios de IA de la OCDE. Dado el impacto potencial de la IA en las personas y sus derechos, es crucial cumplir con la regulación y, sobre todo, construir una base de confianza en el mercado, lo que puede marcar la diferencia en términos de competitividad y crecimiento. En relación con el Ómnibus Digital, también es relevante considerar la posible simplificación de la actual EU AI Act, ampliando excepciones y facilitando entornos controlados de prueba (AI regulatory sandbox) para fomentar la innovación de forma segura”, subraya Noemí Brito, socia en el área Mercantil. Responsable del área de Propiedad Intelectual y Nuevas Tecnologías de KPMG Abogados.

En definitiva, la implementación de la inteligencia artificial es una oportunidad única para redefinir el modelo de negocio y asegurar la competitividad futura. Pero exige de la alta dirección una visión estratégica, compromiso financiero, gestión del talento y control de riesgos.

La disrupción tecnológica no se detendrá. Y “las compañías que entiendan que la transformación es constante, y no puntual, estarán mejor preparadas para mantener su ventaja competitiva. Algo que ya está ocurriendo: según la última edición del informe CEO Outlook, el 66% de los primeros ejecutivos españoles consideran que la IA debe ser una prioridad en sus políticas de inversión, seis puntos más que en la edición anterior.  Y, concretamente en España, el 21% de los CEO invierte al menos el 20% del presupuesto de su empresa en esta tecnología (siete puntos por encima del conjunto de la muestra global) y tres de cada cuatro destina entre un 10 % y un 20 % de su presupuesto a iniciativas relacionadas con la IA”, recuerda David Sanz. Porque la IA no es solo una herramienta: es el catalizador de un nuevo paradigma empresarial en el que la alta dirección debe ser protagonista.