Ya no tendremos un trabajo para toda la vida ni estudiaremos una única vez en la vida, igual que la formación ya no vendrá dada exclusivamente por las instituciones educativas. Porque lo que demandan las compañías cambia constantemente y, al mismo tiempo, los profesionales deben adaptarse a esas nuevas demandas, derivadas de la rápida evolución tecnológica, especialmente en campos como la inteligencia artificial. Y es este contexto el que hace necesario trabajar de la mano e impulsar la colaboración entre todos los actores involucrados.
Sobre esto, Susana García Espinel, directora de Santander Universidades y Universia España, tiene mucho que decir. Por ello, ella ha sido otra de las invitadas a nuestra serie de entrevistas ‘Líderes para el talento’, un espacio de diálogo entre Cristina Hebrero, socia responsable de People & Change de KPMG en España, y líderes de compañías, organizaciones e instituciones con el objetivo de explorar qué medidas están implementando para alcanzar el objetivo trazado por ‘Nodo Talento’, un proyecto que contribuye a desarrollar el talento del futuro, reducir el gap entre los perfiles actuales y los que realmente necesitan las organizaciones e impulsar la competitividad del tejido empresarial.
RESPUESTA. La brecha de talento en España refleja un desajuste entre la oferta formativa y las necesidades reales del mercado laboral. Las empresas tienen dificultades para cubrir puestos en áreas clave como tecnología, sostenibilidad o competencias digitales, mientras que los profesionales necesitan adaptarse continuamente a nuevas demandas derivadas de la rápida evolución tecnológica, especialmente en ámbitos como la inteligencia artificial.
También es cierto que se están dando pasos importantes para reducir este gap. El sistema educativo está introduciendo programas más vinculados a la empleabilidad y las empresas están asumiendo un rol más activo en la formación y el reskilling de los profesionales. En este contexto, la clave está en la cooperación: instituciones educativas, sector público y empresas privadas debemos trabajar de manera conjunta para anticiparnos a las necesidades de talento del futuro.
Desde Banco Santander llevamos cerca de 30 años apoyando la educación, la empleabilidad y el emprendimiento, con más de 2.400 millones de euros invertidos y más de 3,7 millones de personas y empresas ayudadas. Contamos con iniciativas globales como Santander Open Academy, que ofrece cientos de cursos, becas y contenidos para desarrollar nuevas competencias profesionales y acceder a mejores oportunidades laborales.
Otro ejemplo claro es Universia, nuestra plataforma abierta y gratuita que conecta a universitarios y recién graduados con empresas. Solo en 2025, en España, se han publicado cerca de 5.000 ofertas de empleo, acercando a los estudiantes a oportunidades profesionales reales y contribuyendo a reducir la brecha existente. Además, el 33% de esas ofertas están dirigidas a perfiles STEAM.
Ahora mismo estamos gestionando programas globales de Graduates y Summer para algunas áreas del banco. Todos ellos se engloban en Santander Future Talent, portal que consolida toda la oferta para jóvenes que quieran desarrollar su potencial en el banco.
Además, desde Fundación Universia impulsamos programas de alta empleabilidad, dirigidos a personas con discapacidad y otros colectivos vulnerables, con el fin de mejorar sus oportunidades laborales e impulsar su incorporación al mercado laboral.
R. El reto hoy no es solo atraer talento, sino retenerlo en un contexto de alta rotación. Los jóvenes buscan no solo una oportunidad profesional, sino también crecimiento, entornos inclusivos, flexibles, con formación continua y la posibilidad de contribuir a un impacto positivo en la sociedad.
Un dato relevante que refleja bien esta realidad está en el Informe Habilidades del futuro, publicado recientemente por Banco Santander y que revela un nuevo panorama en el que el desarrollo de habilidades será crucial en el entorno laboral. El 81% de los encuestados siente la necesidad de seguir ampliando sus habilidades con formación continua, llegando al 87% entre quienes tienen estudios universitarios, lo que refleja una clara tendencia hacia el aprendizaje continuo.
Un buen ejemplo es la realización de event in a box bajo el marco de NODO con Microsoft, donde más de 20.000 estudiantes han participado en talleres de formación en alta empleabilidad. Allí hemos comprobado que lo que más valoran los jóvenes es aprender dentro de la empresa y ver un proyecto de carrera a medio plazo.
R. Cuando se habla de talento, hablamos también de generaciones. Cada una aporta un valor diferencial que, lejos de enfrentarse, puede y debe complementar. Los cursos cortos, certificados y microcredenciales seguirán ganando protagonismo por su capacidad de responder con rapidez a las nuevas demandas del mercado laboral.
El talento joven destaca por su capacidad de adaptación, visión digital, innovación, y rapidez para adquirir nuevas competencias e interés por desarrollar una carrera donde el impacto social y la sostenibilidad tienen un peso muy relevante. Buscan entornos de trabajo flexibles y una formación continua.
Por su parte, el talento sénior aporta experiencia, visión estratégica y capacidad de gestión de personas y proyectos. Sus necesidades de formación están más orientadas a la actualización de competencias para seguir siendo competitivos en un mercado laboral en constante transformación.
Y ambos son complementarios. La gran oportunidad para las empresas está en ser capaces de aprovechar lo mejor de ambos colectivos.
En Santander tenemos programas de mentoring intergeneracional, donde jóvenes profesionales aprenden de la experiencia de perfiles sénior, y estos a su vez se benefician de la visión digital de los jóvenes. Esta dinámica multiplica el impacto del trabajo en equipo y potencia el valor de ambas generaciones.
R. Hoy en día vivimos en un escenario en el que la formación es continua y transversal; no puede ser entendida como una responsabilidad exclusiva de las universidades o las instituciones públicas.
Las empresas privadas tenemos un papel clave como agentes activos en la creación de oportunidades de aprendizaje y empleabilidad. Al estar en contacto directo con las necesidades empresariales, podemos detectar competencias emergentes y contribuir a que los estudiantes y profesionales estén mejor preparados, ofreciéndoles experiencias prácticas que complementen la formación académica.
Nuestro papel es acompañar y complementar a las instituciones educativas, generando un ecosistema en el que las universidades, la administración y la empresa trabajemos juntos para impulsar una formación más cercana a la realidad social y económica.
En Santander lo tenemos claro y llevamos cerca de 30 años apoyando iniciativas vinculadas al fomento de la empleabilidad. De la mano de instituciones de prestigio internacional ofrecemos programas de formación gratuitos para apoyar el desarrollo profesional y personal.
Santander Open Academy ofrece una amplia variedad de cursos relacionados con el aprendizaje de idiomas, inteligencia artificial, liderazgo o mindfulness, entre otros. Actualmente colaboramos con instituciones como Google, Coursera o British Council, con quienes desarrollamos programas abiertos en 13 países que contribuyen directamente a reforzar la empleabilidad de los participantes.
R. Las microcredenciales ofrecen flexibilidad, rapidez y accesibilidad. A diferencia de la formación tradicional, permiten adquirir competencias concretas en plazos más cortos y con un enfoque muy práctico. Son especialmente valiosas en un contexto en el que las habilidades demandadas cambian con gran rapidez.
Además, permite a los profesionales aprender de manera flexible, en menos tiempo, con contenidos muy actualizados, directamente aplicables y con una certificación universitaria. Se convierten en una herramienta clave para adaptarse a la velocidad de cambio que vivimos y una vía para democratizar el acceso a la formación, permitiendo aprender en cualquier momento de la vida.
En 2025, en Santander hemos destinado 2,4 millones de euros para convocar más de 8.000 becas que dan acceso a cursar una microcredencial o acceder a formación de corta duración certificada. Son impartidas por universidades españolas y son un excepcional complemento al desarrollo profesional.
Las becas, convocadas en tres ediciones a lo largo de este año, nos dejan por el momento resultados muy interesantes. El 46% de las solicitudes han sido de otros países, con un 41% de estudiantes y un 46% de trabajadores, mientras que las cifras entre los españoles son de un 31,5% profesionales en activo y 64% estudiantes.
En definitiva, el perfil de los participantes en este programa es muy diverso: desde jóvenes universitarios que buscan reforzar competencias específicas, hasta profesionales en activo que necesitan actualizarse, pasando por personas en procesos de reinvención laboral.
R. La forma en la que aprendemos está cambiando de manera acelerada, impulsada por la digitalización y la tendencia en los próximos cinco años será hacia una formación más personalizada, flexible y digital. Los cursos cortos, certificados y microcredenciales seguirán ganando protagonismo por su capacidad de responder con rapidez a las nuevas demandas del mercado laboral.
En este contexto, la inteligencia artificial no es solo una herramienta tecnológica, sino un auténtico catalizador de oportunidades. Nos permitirá diseñar itinerarios formativos mucho más adaptados a las necesidades de cada persona y hará posible experiencias de aprendizaje únicas, adaptadas al ritmo, los intereses y las capacidades de cada persona.
No podemos olvidar que también plantea importantes desafíos: es fundamental que instituciones, empresas y sociedad trabajemos juntos para garantizar un uso ético y responsable de la IA, de manera que su impacto en el empleo y la educación sea inclusivo y no deje a nadie atrás.
La educación y, en particular, las universidades, jugarán un papel fundamental para cultivar la capacidad de aprendizaje continuo, crítico e innovador. Serán clave para preparar a los estudiantes y profesionales a interactuar con la inteligencia artificial de forma responsable, utilizándola como una herramienta que potencie su talento y no como un sustituto. Con la colaboración estrecha entre instituciones públicas y privadas, podremos reforzar la competitividad, innovar más e invertir mejor, impulsando un modelo de formación que, de la mano de la tecnología, nos permita crecer más y mejor y hacer sostenible nuestro modelo social.
R. Llevamos cerca de 30 años con una colaboración estrecha con todas las universidades españolas, públicas y privadas, con la Conferencia de rectores de universidades españolas y con el CSIC. Esta alianza nos ha permitido desarrollar programas conjuntos que no solo enriquecen la oferta formativa, sino que también generan oportunidades para estudiantes y profesionales.
En estas tres décadas, como he comentado antes, hemos ayudado a 3,7 millones de personas y empresas a través de acuerdos de colaboración con más de 1.100 universidades, instituciones y organizaciones de 14 países.
La colaboración es esencial para reducir la brecha entre lo que se enseña y lo que el mercado laboral demanda. En Santander tenemos la convicción de que solo trabajando juntos podremos alinear la formación académica con las competencias más solicitadas en el ámbito profesional.
Pero, como bien dices, no solo tenemos alianzas con universidades, sino que programas tan emblemáticos como las Becas Santander para Erasmus, que este año cumple su VIII edición, o las Becas Santander Microcredenciales, cuentan con el apoyo institucional del Ministerio de Universidades. En Banco Santander tenemos la certeza de que estas sinergias contribuyen a impulsar el desarrollo social y económico, así como a mejorar la empleabilidad y a fomentar la innovación.
R. La verdad es que me vienen a la cabeza grandes ejemplos de programas de becas que hemos puesto en marcha en momentos críticos y de los que nos sentimos especialmente orgullosos.
Durante la COVID-19 conseguimos ofrecer en tiempo récord equipamiento tecnológico para estudiantes en situación de vulnerabilidad; en el inicio de la guerra de Ucrania, ofrecimos formación de español a las familias desplazadas para apoyarles en su integración gracias al apoyo de la UNED; o recientemente con la DANA que, en colaboración con las universidades afectadas, ofrecimos becas de 2.000 euros para ayudar a los estudiantes y profesores damnificados.
En todos los casos el denominador común ha sido la relación de confianza más allá de una colaboración, entre las universidades y Banco Santander, que ha permito poner en marcha en plazos extraordinariamente cortos iniciativas que atiendan las necesidades reales de miles de personas. Estos ejemplos refuerzan nuestra convicción de que invertir en educación es invertir en progreso.
R. En España todavía nos cuesta más asumir la importancia de la formación continua en comparación con otros países europeos, donde existe una mayor cultura de actualización permanente.
En países del norte y centro de Europa existe una mayor tradición de formación continua, muy vinculada al mercado laboral, donde la actualización profesional no se percibe como un esfuerzo adicional, sino como parte natural de la carrera de cada persona. En España hemos avanzado mucho en los últimos años, pero todavía tenemos camino por recorrer para que la formación continua se convierta en un hábito compartido por estudiantes, profesionales y empresas.
El aprendizaje que debemos tomar es claro: necesitamos consolidar la idea de que la educación es un proceso que dura toda la vida, no solo los años de universidad.
R. Si volviera a empezar, probablemente aprovecharía más la enorme oferta de formación digital y flexible que hoy existe. La educación superior me dio una base excelente, pero, sabiendo lo que sé ahora, habría combinado esa formación con más cursos cortos en competencias digitales y en habilidades transversales.
Lo importante es que hoy cualquier persona puede formarse continuamente, y eso abre un abanico de oportunidades que antes no existía.
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