Desde la denominada Gran Recesión, en 2008, España ha oscilado entre las crisis y la recuperación, teniendo que afrontar una pandemia mundial, varios desastres naturales y la gestión de un mecanismo de recuperación europeo sin precedentes. Todo ello mientras se impulsaban reformas estructurales en un país que luchaba por no quedarse atrás. Hoy, el panorama no es mucho más estable: el contexto geopolítico sigue escalando en tensión y el tejido productivo recalcula constantemente su hoja de ruta para bandear el temporal. Y es que la palabra incertidumbre se ha convertido en el mantra bajo el que se diseñan las estrategias empresariales. Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Aunque la mirada deba estar puesta en el futuro que se aproxima, en ocasiones es necesario pararse a observar de dónde venimos para extraer conclusiones y, quizás, aprendizajes. Y en este ejercicio de observación y de recalcular la ruta hay grandes apuestas que los líderes empresariales españoles han defendido con tesón y con recursos en los últimos años, firmes creyentes de que serían los bastiones de un futuro mejor.
Así lo demuestran sus respuestas en ‘Perspectivas España’, el informe elaborado anualmente por KPMG en colaboración con CEOE en el que los empresarios españoles han plasmado sus objetivos, sus retos y sus apuestas de futuro desde hace ya más de 20 ediciones.
Y es que, si durante la pandemia de la COVID-19 el 52% de los empresarios consideraba que impulsar la transformación digital ya era un factor determinante en el rendimiento de sus empresas, solo un año después, en 2021, se convirtió en la prioridad estratégica más destacada para el 62% de los encuestados. En 2024 volvió a repuntar alcanzando el 69% en la proporción de empresarios que señalaron la transformación digital como una de sus principales prioridades.
Gracias a que esta apuesta por avanzar en digitalización e integración de la tecnología en los procesos de las compañías españolas, el nivel de adaptación digital de las compañías durante estos últimos años ha mostrado una mejora gradual. Si en 2020 partían de una nota media de 6,4, esta se elevó a al 6,7 en 2021 y se mantuvo en 6,6 en 2022, alcanzando el 6,8 en 2024.
Sin embargo, esta apuesta no está exenta de dificultades: en la última edición del citado informe, un 57% señala que la transformación digital estratégica y la adopción de nuevas tecnologías como la IA es uno de sus principales retos para los próximos 3 años, y un 69% afirma que su organización invertirá en este ámbito.
Uno de los retos que acompaña a la digitalización es el incremento de la exposición al riesgo. Es por ello que en los últimos años las ciberamenazas han ganado complejidad, frecuencia e impacto. Y es que a las empresas les resulta más difícil identificarlas, prevenirlas y mitigar sus efectos: en 2020, el 38% de las empresas reconoció haber sufrido algún ciberincidente, una cifra que evolucionó de forma similar en 2021 (35%), 2023 (33%) y 2024 (33%). Es decir: las ciberamenazas siguen latentes y la preocupación por la protección de datos y los sistemas de seguridad persiste en los últimos años, convirtiéndose en algo con lo que los líderes de las compañías tienen que convivir y aprender a enfrentar.
Este panorama subraya la necesidad de reforzar las estrategias de ciberseguridad ahora y más adelante ante la integración de tecnologías como la IA generativa, la escasez de capacidades profesionales adecuadas o las tensiones geopolíticas, que complican aún más la respuesta a este tipo de incidentes. Y es en este camino en el que se encuentran las compañías: uno de cada tres empresarios y directivos (34%) sitúa la ciberseguridad como una prioridad de inversión y uno de cada cuatro (24%) considera que los ciberataques constituyen uno de los principales riesgos para su organización a medio plazo.
Si hay algo que persiste a las oscilaciones económicas, a los cambios de estrategias o a las tensiones del mundo es la importancia de las personas. De atenderlas, cuidar su bienestar personal y profesional, y procurar su crecimiento y su desarrollo dentro de las organizaciones. Una máxima que los empresarios españoles han mantenido y cultivado en el último lustro y todo a apunta a que seguirán haciendo, pues, un año más, el talento se afianza como una prioridad estratégica (para el 31%) ante la necesidad de adaptarse a los rápidos cambios que experimentan la economía y la sociedad.
No obstante, los retos relacionados con el talento siguen creciendo a medida que se hace más patente el gap de capacidades tecnológicas, así como la dificultad para cubrir los nuevos perfiles digitales que demanda el mercado.
En este sentido, si repasamos la evolución del nivel de las capacidades digitales de las plantillas, podemos observar que las capacidades digitales de las empresas españolas siguen mostrando un amplio margen de desarrollo (al igual que sucedía con nivel de adaptación digital): en 2025 les otorgan un 6,3, tres décimas menos que en la pasada edición, por lo que no resulta extraño que casi la mitad de los encuestados (47%) considere que la falta de habilidades y capacidades dentro de la organización está ralentizando la transformación digital de sus organizaciones.
Ante este contexto, y tal y como hemos comentado previamente, para impulsar las capacidades digitales de sus organizaciones, las empresas pueden recurrir a incorporar nuevos profesionales o desarrollar las habilidades y competencias de los que ya forman parte de la organización. Sin embargo, un 59% de los encuestados reconoce que está experimentando dificultades para incorporar el talento que necesita (un porcentaje similar al del año pasado, del 58%), convirtiéndose junto con la digitalización, en uno de los desafíos que deberán hacer frente a medio plazo. En consecuencia, un 34% incluirá la atracción y fidelización del talento en sus planes de inversión.
En definitiva, las empresas se enfrentan al reto de redefinir por completo su estrategia de talento global. Pero ¿de qué manera están reconfigurando su estrategia para responder a los nuevos desafíos del entorno? Pues bien, apostar por programas de formación y de reskilling y upskilling y ofrecer una propuesta de valor al empleado (EVP) renovada y más efectiva son algunas de las medidas que las organizaciones necesitan (y deben) adoptar para garantizar la preparación y el aprendizaje continuo ante las necesidades cambiantes del futuro.
De hecho, un 38% comparte que sus organizaciones disponen ya de programas de upskilling y reskilling para sus empleados (frente al 35% de 2024). Asimismo, la propuesta de un proyecto atractivo es junto con la promoción profesional y la formación, el ámbito en el que pondrán especial foco en sus respectivas EVP.
Los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) ya no se conciben únicamente como una cuestión de cumplimiento, vinculada a las crecientes exigencias regulatorias en materia de información corporativa y reporting, así como el mayor escrutinio de los grupos de interés, especialmente de los inversores y clientes. Se han convertido en una de las prioridades fundamentales de nuestra sociedad y un elemento central en la agenda de las empresas, reflejando el compromiso de estas con las comunidades en las que desarrollan su actividad.
Así lo evidencian las respuestas aportadas por los más de 1.200 encuestados que respondieron a la encuesta Perspectivas España 2025: un 33% la incluye impulsar la sostenibilidad y las cuestiones ESG entre sus prioridades de inversión, un porcentaje similar al de la pasada edición (37%).
No obstante, esta creciente conciencia estratégica choca con una realidad inversora mucho más tímida. A pesar de que el 41% de las compañías españolas asegura haber desarrollado un plan estratégico de transición energética para 2025, un resultado relevador es que un 33% plantea invertir menos de un 1% de su facturación en esta área. A este dato se suma un preocupante 35% que, o bien no tiene claro cuánto va a invertir o directamente no tiene inversiones previstas.
Esta brecha podría explicarse por la medición del impacto financiero directo de estos programas: tan solo uno de cada tres encuestados (33%) considera que los programas de sostenibilidad tienen un impacto en los resultados financieros de su empresa. Es aquí donde reside el verdadero desafío.
En suma, hay una visión de la sostenibilidad que aún no ha calado con suficiente profundidad en el tejido empresarial español, y es considerar la transición verde como un motor de crecimiento y una palanca de generación de valor.
En definitiva, el mundo empresarial está viviendo una transformación sin precedentes. En tan solo unos pocos años, las prioridades de los líderes empresariales han cambiado drásticamente. Hoy, no solo están adaptándose a estos cambios, sino que los están liderando con la visión de construir empresas más competitivas, innovadoras y responsables, anticipando las demandas de un futuro en constante evolución.
Y, en este camino, la digitalización, la gestión del talento y la sostenibilidad se consolidan como elementos clave de esta transformación. Si bien cada uno de estos ámbitos presenta sus propios desafíos, las empresas que logren sacar todo el potencial de cara área estarán mejor preparadas para prosperar en un mundo cada vez más interconectado, volátil y globalizado, asegurando su relevancia y crecimiento a largo plazo.
Deja un comentario