Los aficionados al ajedrez habrán reconocido la primera jugada más habitual en una partida: el peón del Rey avanzando dos casillas, lo que le permite ocupar un espacio central en el tablero y facilitar el despliegue de la Reina y los alfiles. No siempre fue así, pues, en otros tiempos, fue más habitual comenzar de un modo más prudente, y avanzar el peón solamente una casilla. La decisión de la semana pasada del Banco Central Europeo tiene algo de P.e3. Acostumbrados en los últimos tiempos a los movimientos de 0,50 puntos básicos, la bajada de los tipos de interés en un cuarto parece una alternativa prudente.
Lo que explica en ajedrez avanzar una sola casilla en el primer movimiento frente a hacerlo en dos es el temor. Si el peón avanza sólo una casilla, las piezas más valiosas (el rey y la reina) quedan, aparentemente, menos expuestas que si se avanzan dos y lo mismo explica el movimiento prudente del Banco Central de hace unos días. La sensación de que la inflación pueda, todavía, deparar alguna emoción en el futuro (con el consiguiente temor a equivocarse) y la preocupación, en sentido contrario, de que el escenario económico pueda complicarse en los próximos meses. Por ello, se hacía necesario tratar de apoyar el crecimiento con una política monetaria algo más expansiva.
Además, no es menos cierto que avanzar el peón una sola casilla no imposibilita avanzar otra en un movimiento posterior e, incluso, más bien lo presupone. La metáfora ajedrecística nos lleva hasta aquí porque, como sabemos, en el ajedrez el peón no puede “volverse atrás” y, en cambio, la política monetaria es “reversible” si cambian las circunstancias, como bien sabemos.
Lo cierto es que el Banco Central Europeo estaba, de algún modo, “obligado” a bajar los tipos, tal y como lo había hecho antes la Reserva Federal, para contribuir al crecimiento de una zona euro cuyas perspectivas son más bien sombrías. Y, por otro lado, ha querido extremar la prudencia en un escenario cargado de incertidumbres, reservándose la posibilidad de otra bajada próxima en función de cómo evolucionen los acontecimientos.
Desde la perspectiva de los deudores, ya sean administraciones públicas, empresas o particulares, es una buena noticia. En alguna medida, sus condiciones de financiación van a mejorar y, de hecho, ya han empezado a hacerlo con lo que, efectivamente, habrá un estímulo positivo para la economía.
Para el sector financiero, la bajada de tipos presiona algo a la baja el margen de tipo de interés lo que afectaría en alguna medida a su rentabilidad actual, pero, por otro lado, al producirse las bajadas de forma mucho más gradual de lo que se pensaba hace algunos meses, el impacto será muy moderado.
Además, la economía española sigue comportándose de manera diferencial (por positiva) con el de otras economías europeas, con lo que otras variables, como la demanda de crédito o la morosidad también tendrán un comportamiento presumiblemente positivo, como evidencia la reciente evolución de la financiación hipotecaria o al consumo, en este caso con un fuerte crecimiento.
Para la economía española, esta pequeña bajada de tipos resultará una buena noticia al aportar algo de alegría al crecimiento, siendo moderados sus efectos sobre los bancos. No obstante, el BCE, con su comportamiento prudente, y sus mensajes, nos alerta sobre el contexto macroeconómico complejo que puede afrontarse en los próximos meses. Habrá que estar atentos.
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