Estereotipos en la gestión del Compliance

La neuróloga Lisa Feldman Barret destaca la fuerte predisposición de nuestro cerebro a anticipar acontecimientos. Desde el plano evolutivo, la prevención de riesgos garantiza mucho más la supervivencia que la reacción ante ellos. Por eso, nuestro subconsciente concibe hipótesis continuamente, preparándonos para afrontar cualquier situación lo antes posible. ¿Cuántas veces hemos pensado “esto ya me lo imaginaba” o “sabía que iba a pasar”? Nuestro cerebro ha barajado estas y otras muchas opciones antes de que sucedan, evocando después las que más vienen al caso. Esta mecánica también explica la fascinación por situaciones que desbaratan nuestras predicciones, como los trucos de magia, los desenlaces inesperados de películas, o incluso los chistes.

Pasión natural por los estereotipos

Subraya Feldman-Barret el rol que juegan los estereotipos en las previsiones que nuestro cerebro urde constantemente, y que construye a partir de experiencias previas. De ahí la propensión a crear y recurrir a los estereotipos a la menor oportunidad, para prever el comportamiento de los demás.  El psicólogo y premio Nobel de economía Daniel Kahneman vinculó los estereotipos a la probabilidad por representatividad: “un atleta profesional que sea muy alto y delgado es mucho más probable que juegue a baloncesto que a fútbol”.

El psicólogo Michael S. Gazzaniga va más lejos y apunta que invocar estereotipos induce a desarrollar tendencias estereotípicas. En la conocida tragedia aéra de los Andes de 1972, los supervivientes del avión accidentado depositaron su confianza en un estudiante de segundo año de medicina, que asumió el rol de médico y adquirió la autoridad técnica y moral de este estereotipo, salvando a muchos compañeros. ¿Nos comportamos distinto cuando somos designados compliance officer? ¿Ayuda a prever el comportamiento de las personas encuadrarlos en estereotipos?

Extravagancias

Desde muy antiguo nos cautiva prever la personalidad y la conducta de otros por su aspecto. Se dice que Pitágoras examinaba las facciones y signos corporales de sus discípulos para conocer su verdadera naturaleza, sin que entrasen a su escuela personas con la cabeza o el cuerpo desproporcionados. Aunque se atribuye a Aristóteles el primer tratado de fisionomía, no cabe duda de que quien más sistematizó esta materia fue el filósofo del siglo XVI Giovanni Battista della Porta, que predecía el comportamiento de las personas según su parecido con ciertos animales.  Así, las mejillas delgadas, como las de un gato, eran señal de maldad y astucia, y decía que quienes se parecían a este animal eran “insidiosos a ocultas, astutos y malignos”. Peor parados salían quienes tenían las cejas unidas y pobladas, que son “hombres traidores, avaros, envenenadores y dominados por otros vicios semajantes”. Como la lista le parecía corta, añadió “es señal de hombre impío, ladrón, embaucador, homicida y urdidor constante de malos hechos”.

Nuestra propensión a los estereotipos resucita cuando hay ocasión e incluso invita a planteamientos inverosímiles. Puesto que la corrupción se relaciona con invitaciones a banquetes copiosos, el investigador Pavlo Blavatsky trazó el incremento de la masa corporal de ministros de 15 estados postsoviéticos, demostrando la relación entre la obesidad y las prácticas corruptas en sus respectivos países. El estudio fue garlardonado en 2021 con el Ig-Nobel de economía, que parodia los premios Nobel y organiza la revista de humor científico Annals of Improbable Research.

El estereotipo del Compliance Officer le convierte también en un interlocutor fiable frente a los grupos de interés de la organización. Su capacidad de comunicación y de transmitir confianza van a jugar un rol capital en los años venideros, como explico en el video número 11 de la Serie “Reflexiones sobre Compliance”.