Superó su prueba de fuego durante la pandemia, garantizando el acceso y suministro de productos dentro y fuera de las fronteras nacionales. Ahora, la principal industria nacional, sitúa el foco en avanzar en su transformación digital y sostenible y en reforzar su competitividad. Para ello, el PERTE Agroalimentario supondrá un fuerte impulso. Aprobado a principios de febrero, el tercero de los grandes proyectos estratégicos en torno a los Fondos Next Generation EU contará con una inversión pública de unos 1.000 millones de euros hasta 2023 y se prevé que genere un total de inversiones de en torno a 3.000 millones de euros.
Sin embargo, para una industria que supone cerca del 10% del PIB, el importe ha dejado cierto sabor agridulce en el sector, aunque, como explica Enrique Porta, socio responsable de Consumo y Distribución de KPMG en España, “además de este PERTE específico para el sector agroalimentario, los fondos europeos están facilitando la aparición de otras ayudas transversales a las que también puede optar el sector para apoyar sus proyectos de transformación”.
El PERTE del sector agroalimentario tiene como gran objetivo impulsar la transformación de la cadena agroalimentaria, mejorar su impacto económico, social y medioambiental y contribuir al reto demográfico y equilibrio territorial. Para ello, se enfoca en tres grandes ejes de actuación: el fortalecimiento y mejora de los procesos productivos de la industria agroalimentaria; la digitalización; y la innovación e investigación.
El primero de ellos es el paquete de apoyo específico para la industria agroalimentaria, con una dotación económica de 400 millones de euros, cuyo objetivo es la mejora de los procesos productivos. Con tal fin, el PERTE Agroalimentario contempla medidas agrupadas en tres bloques: competitividad y mejora de la eficiencia mediante la incorporación de las últimas tecnologías; sostenibilidad; y trazabilidad y seguridad alimentaria. “Este primer eje es, a nuestro juicio, el más relevante. No solo por el importe de las ayudas, sino por la necesaria cooperación de los agentes del sector para optar a las mismas, pues será necesario que creen ecosistemas representativos de la cadena de valor de un producto y definan un proyecto conjunto transformador, combinando actuaciones colectivas e individuales en ámbitos alineados con las necesidades identificadas de transformación del sector”.
En este sentido, destaca la importancia que se le ha otorgado a la trazabilidad y la seguridad alimentaria. Todas aquellas empresas que quieran presentar sus solicitudes tendrán que incluir, de manera obligatoria, actuaciones en dos de los tres bloques de este eje, debiendo ser uno de ellos necesariamente este. Concretamente, cada proyecto propuesto al PERTE del sector agroalimentario deberá incluir un Plan Integral de Trazabilidad y Seguridad Alimentaria (PITSA).
El segundo eje engloba todas las medidas destinadas a apoyar el proceso de adaptación digital y se extiende a todos los agentes de la cadena de valor. Es decir: a los agricultores y ganaderos, así como a sus cooperativas, pequeñas y medianas empresas de producción, transformación y comercialización, y cuenta con una dotación de 454 millones de euros, de los cuales 275 corresponden al programa Kit Digital. “Este es un aspecto positivo, sobre todo teniendo en cuenta el elevado porcentaje, más del 90%, de pymes en el sector y, además, porque uno de los objetivos del Plan de Recuperación Europeo es precisamente el impulso a esta parte tan relevante del tejido empresarial de nuestro país”.
Por último, en el tercer eje se encuentran las medidas específicas de apoyo a la innovación y la investigación para lograr un sector agroalimentario competitivo en todos los eslabones de la cadena de valor, con 148 millones de euros.
Pero, además de las medidas agrupadas en estos ejes, el PERTE del sector agroalimentario contempla también lo que en la propia memoria denominan medidas facilitadoras. Estas son todas aquellas medidas que, sin tener una dotación específica para el sector agroalimentario, contribuyen también a los objetivos del PERTE. En palabras de Enrique Porta, “son probablemente estas medidas las que marcan la diferencia con respecto a otros PERTES, ya que todas estas líneas de inversión o componentes no incluidos directamente en el PERTE del sector agroalimentario pueden jugar un papel relevante a la hora de completar y reforzar su impacto”.
Y aquí hay un aspecto crucial, porque “hay que saber identificar entre todas las opciones disponibles para encontrar y aprovechar las líneas de apoyo y subvención posibles que den respuesta a las necesidades de transformación de la industria”, añadió Porta, quien destacó concretamente las complementariedades con el PERTE ERHA, donde se han identificado varias líneas que constituyen medidas facilitadoras para el agroalimentario: las relativas al autoconsumo, a las renovables y al biogás.
Por eso, “las compañías del sector deben realizar un ejercicio intenso de identificación y priorización de sus proyectos de transformación más relevantes, evaluando el grado de encaje con las diferentes líneas de ayuda de fondos europeos y preparando el acceso a las mismas con rigor y antelación. Salvo excepciones, deben ser proyectos ya planificados en el horizonte de ejecución de los fondos, y con un cierto grado de desarrollo, ya que los plazos de presentación a las convocatorias están siendo muy ajustados”, aclara Porta.
Precisamente por los plazos ajustados es crucial buscar apoyo experto y profesional para presentar las memorias e informes requeridos, “porque uno de los problemas que se están encontrando las empresas es que se están dejando poco tiempo desde que se publica las convocatorias de ayuda hasta que se solicita la entrega de la documentación pertinente”, apunta Enrique Porta. A lo que añade la necesidad de tener un profundo conocimiento de la forma de abordar estos procesos administrativos, ya que “muchas de estas líneas de subvención están vehiculadas a través de canales ya existentes y programas ya en marcha, impulsados por diferentes Ministerios e instituciones, cada uno de ellos con sus propios requisitos”.
Y para que todo ello culmine con éxito hay un ingrediente fundamental que, además, está siendo clave en la gestión de todos los PERTES: la colaboración entre Administración y sector privado. Por ello, se ha dispuesto un sistema de gobernanza interministerial para asegurar la transparencia en la toma de decisiones. Y, para involucrar al sector privado, en un segundo nivel, se constituirá la Alianza del PERTE del sector agroalimentario, un espacio de participación e interlocución que tiene como objetivo facilitar que se generen sinergias y profundizar en la consecución de los objetivos del PERTE del sector agroalimentario para que realmente cumpla su objetivo de transformar e impulsar la competitividad y liderazgo de un sector clave para la economía española.
Deja un comentario