Las compañías españolas no están avanzando lo suficientemente rápido en materia de neutralidad climática

En los últimos años, el concepto neutralidad climática o Net Zero ha ocupado el centro del discurso de gobiernos, empresas y organizaciones sociales como la única vía posible para alcanzar el objetivo establecido en el Acuerdo de París: que el calentamiento global no supere los 2°C y, preferentemente, quede por debajo de 1,5°C respecto a los niveles preindustriales. La neutralidad climática será el asunto principal de la 26ª Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que tendrá lugar en Glasgow próximamente.

El establecimiento de objetivos Net Zero resulta crucial a la hora de orientar las reducciones de emisiones para cumplir los objetivos de París. No sólo para los países -cabe recordar que las naciones responsables de más del 50% de las emisiones globales, incluyendo a China, ya han establecido objetivos de neutralidad climática- sino para las compañías. Al final, los compromisos de los países declinarán en los emisores, esto es, en las empresas.

La Unión Europea se ha propuesto el ambicioso objetivo de ser climáticamente neutra en 2050 y, para ser la región líder en la lucha contra el cambio climático. El Pacto Verde Europeo ha definido la hoja de ruta para  cumplir con dicho objetivo.  Recientemente, además, Europa ha aumentado su ambición climática, reflejada en la Ley Europea del Clima, estableciendo el objetivo de reducir las emisiones de GEI en, al menos, un 55% antes del 2030 con respecto a los niveles de 1990.

La existencia de planes robustos de transición hacia la neutralidad climática es clave para las compañías. No sólo desde el punto de vista regulatorio sino también teniendo en cuenta la creciente presión de los inversores. Para hacer creíble el compromiso y evitar acusaciones de green o de time washing, los planes de las compañías no solo deben establecer la aspiración Net Zero, sino que deben contar con objetivos intermedios e identificar las áreas de actuación principales y los objetivos de la compañía. También, por supuesto, las compañías deben dotarse de procedimientos sólidos para supervisar que  avanzan por el buen camino. Todo ello en un contexto de creciente presión por parte de los inversores que buscan crear carteras de inversión Net Zero.

En su celebérrima carta a los consejeros delegados de 2021, Larry Fink, presidente y consejero delegado de BlackRock, solicita a las empresas donde invierten que “presenten un plan de transición donde se evalúe cómo sus modelos de negocio serán compatibles con una economía con emisiones netas de carbono, y les insta a que informen cómo dicho plan de transición está integrado en su estrategia a largo plazo y es objeto de revisión por parte de su consejo de administración”.

La descarbonización de la economía requiere cambios tecnológicos, estructurales y grandes inversiones de capital en todos los sectores.  Todas las compañías, independientemente de su modelo de negocio, deberán asumir, cuanto antes, dichos objetivos de reducción y neutralización de emisiones.  De acuerdo con el último estudio de Energy & Climate Intelligence Unit y Oxford Net Zero de las 2.000 empresas cotizadas más grandes del mundo, solo una quinta parte (21%) cuenta con compromisos Net Zero.

¿Cuál es el grado de avance de las compañías españolas?

Hemos analizado la información pública  de las 125 empresas españolas que cotizan en el mercado continuo con el objetivo de evaluar el grado de avance de las mismas en materia de neutralidad climática.

Nuestro análisis evidencia que únicamente el 14% de las compañías analizadas se ha comprometido a alcanzar cero emisiones netas para 2050 o antes. Los sectores de tecnología y telecomunicaciones,  construcción y servicios financieros son los que presentan un mayor grado de avance.

De las 17 compañías españolas que ya han hecho público su compromiso Net Zero, tan sólo siete lo han respaldado con un plan de transición público que guíe su estrategia de descarbonización.

La mitad de los planes de transición han establecido un horizonte temporal a 2040 y el resto a 2050. Además, el factor común de los mismos es el establecimiento de medidas y acciones concretas para minimizar la totalidad de la huella de carbono, incluyendo objetivos de reducción de emisiones a corto, medio y largo plazo y definiendo medidas de compensación cuando sea necesario.

De las diez compañías restantes que sí cuentan con compromiso Net Zero  pero todavía no cuentan con un plan de transición o éste no ha sido publicado, cabe destacar que seis de ellas han desarrollo planes o estrategias que incluyen medidas para descarbonizar las operaciones, pero no cubren las emisiones indirectas de la cadena de valor ni contemplan mecanismos para neutralizar emisiones.

En este contexto, la cuantificación y el reporte de la totalidad de huella de carbono es el primer paso para reducir las emisiones de una organización y minimizar su impacto climático, por lo que todas las empresas deben ser capaces de medir tanto las emisiones directas e indirectas de su propia actividad (alcances 1 y 2) como las indirectas derivadas de su cadena de valor, tanto upstream como downstream (alcance 3). En este sentido, resulta especialmente llamativo que un 21% del mercado continuo todavía no calcula su huella de carbono.

Del mismo modo, el análisis desarrollado nos muestra que no todas las compañías realizan una medición de huella completa; el 27% del mercado continuo no cuantifica sus emisiones de alcance 3. Esto es relevante ya que a menudo las emisiones de alcance 3 suele representar, de media, el 60% de la huella de carbono de una empresa. La falta de control directo sobre esta información genera barreras a la hora de establecer objetivos concretos que verdaderamente permitan alcanzar las cero emisiones netas.

Una vez las compañías son capaces de cuantificar la totalidad de su huella de carbono, es necesario establecer objetivos de reducción de gases de efecto invernadero alineados con los modelos climáticos de calentamiento global. Para ello existen diversas iniciativas, siendo la más notoria la Iniciativa de Objetivos Basados en Ciencia (SBTi por sus siglas en inglés) firmada por más de mil compañías y apoyada por Carbon Disclosure Project, el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, World Resources Institute (WRI) y World Wide Fund for Nature (WWF).

Del mercado continuo español, únicamente 22 compañías participan en la iniciativa SBTi. Un 60% de ellas se han registrado en el  último año,prueba del creciente interés en liderar y contribuir a la acción climática. Sin embargo, cuando analizamos el establecimiento de objetivos de reducción cuantitativos, vemos que menos del 10% de las compañías cuenta con objetivos establecidos para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5°C o muy por debajo de 2°C.

Al comparar la presencia de Objetivos Basados en Ciencia en el mercado continuo español con distintos índices bursátiles europeos de referencia, obtenemos unos resultados poco optimistas que muestran la notable diferencia en el grado de avance hacia la neutralidad climática.

Así, encontramos que un 40% de compañías pertenecientes al IBEX35 están adheridas a la iniciativa, aunque únicamente el 20% del total ha establecido objetivos coherentes con el nivel de descarbonización necesario para limitar el calentamiento global a 1,5°C.

La adhesión a SBTi supera el umbral del 50% de las compañías al analizar los principales índices de la Unión Europea y el Reino Unido (EURO STOXX 50 y FTSE100, respectivamente). No obstante, alrededor del 20% de estas compañías aún no ha establecido objetivos de descarbonización cuantitativos.

En definitiva, tanto la ausencia de compromisos Net Zero respaldados por planes de transición, como la falta de cuantificación completa de la huella de carbono y la limitada presencia de objetivos basados en la ciencia nos muestra que la gran parte de las compañías del mercado continuo español se encuentra en una etapa muy incipiente en el camino hacia la neutralidad climática.

El camino hacia el Net Zero

Es evidente que las compañías juegan un papel fundamental para lograr la  ambiciosa neutralidad climática en 2050 que limitaría el calentamiento global y evitaría consecuencias catastróficas a mediados de siglo, como las que ya están empezando a manifestarse.

En ese sentido, el cambio climático debe posicionarse como un tema prioritario en la agenda de las grandes compañías, pero ¿qué significa exactamente alcanzar la neutralidad climática o Net Zero?

A nivel global, la neutralidad climática se refiere a un balance neto entre las emisiones de gases de efecto invernadero y el secuestro de carbono o absorciones por sumideros como bosques y océanos.

Para las compañías, esto significa que las actividades realizadas no causan ningún impacto neto en el clima. Para ello, deben seguir tres pasos generales: (1) cuantificar sus emisiones de GEI; (2) definir un plan de reducción de emisiones y (3) neutralizar las emisiones residuales que no pueden ser reducidas mediante proyectos de absorción disponibles en los mercados de carbono. A continuación, resumimos los aspectos fundamentales a la hora de plantear objetivos Net Zero:

  • La neutralidad climática debe estar alineada con objetivos basados en la ciencia SBTi con el fin de garantizar el nivel de descarbonización requerido para limitar el calentamiento global a menos de 2°C.
  • Los objetivos deben cubrir todas las actividades realizadas en las operaciones de la empresa y a lo largo de toda la cadena de valor. Esto se traduce en la medición y reporte de las emisiones de alcance 3 como primer paso para definir una estrategia.
  • El compromiso de alcanzar las cero emisiones netas debe estar acompañado de un plan de transición que defina objetivos y acciones concretas a corto, medio y largo plazo, que incluya un modelo de gobernanza y establezca mecanismos de neutralización o remoción directa de emisiones.

En conclusión, la ambición Net Zero de una compañía debe reflejar el compromiso que definirá el desarrollo sostenible de las entidades durante los próximos 30 años. Las cifras demuestran que, a pesar de que las empresas son conscientes de que la emergencia climática requiere acción inmediata, y pese a las crecientes expectativas de inversores y organismos reguladores, a las compañías españolas les queda aún un largo camino por recorrer para alcanzar la neutralidad climática.