Los hábitos de los ciudadanos, sus necesidades y preferencias, así como las tendencias que están marcando el devenir de la actividad económica y social han cambiado mucho en poco tiempo, y, en consecuencia, también lo ha hecho la forma en la que la sociedad se desplaza en las ciudades. Todo ello ha provocado que la tarea de planificar la oferta que atienda la demanda de movilidad en el entorno urbano esté en constante cambio. Aun así, la hoja de ruta sí está clara: la sostenibilidad, la seguridad y la digitalización serán los ejes sobre los que debe asentarse un sistema de transporte que debe empezar a adoptar una visión global y multimodal para facilitar, agilizar y acercar las diferentes modalidades de transporte al usuario.
En este sentido, el sector ferroviario ya se ha puesto en marcha en base a esos ejes con la formulación de la estrategia indicativa ferroviaria 2021 – 2026. Pero, ahora que los objetivos están establecidos, tal y como señaló Cándido Pérez, socio responsable de Infraestructuras, Transporte, Gobierno y Sanidad de KPMG en España durante las XIV Jornadas Internacionales de Ingeniería para la Alta Velocidad, “la pregunta de fondo es qué puede aportar el ferrocarril y, más concretamente, la alta velocidad a la sociedad y la economía del futuro”.
El experto añadió que los retos a los que se enfrenta el sector se convierten en algunos casos en palancas para conseguir transformar la realidad. Sin ir más lejos, en un entorno en el que la sensibilización y el compromiso con el medioambiente están al alza, mientras la descarbonización supone un reto para la mayoría de sistemas de transporte, esta se presenta como una oportunidad para el ferroviario ya que es el más respetuoso con el medio ambiente. Concretamente, según señaló Carmen Librero, presidenta de INECO, “el sector ferroviario aporta menos del 0,5% de gases invernadero asociados al transporte en la Unión Europea”.
El segundo reto, el de la digitalización y la introducción de tecnologías disruptivas, puede transformar completamente el modelo de negocio. La aparición de plataformas ha conseguido capturar el valor añadido que aporta ser el propietario del cliente en otros sectores. “En el sector ferroviario puede suceder algo parecido a lo que ha experimentado el sector hotelero, donde los operadores se han convertido en proveedores de utilities para las plataformas, que son las que conocen al cliente”, señaló Cándido Pérez. “El ferrocarril tiene la oportunidad de liderar la transición hacia la multimodalidad a través de la digitalización”, subrayó.
De manera paralela a esta adopción progresiva de la tecnología, se está produciendo la liberalización internacional del sector, en el que están entrando otros operadores privados para aumentar la capacidad de las rutas y ofrecer un sistema robusto, capaz de atraer inversión y de mantenerse en el tiempo. Así, los datos respaldan el éxito de esta operación: “entre abril y junio de este año, el tramo Madrid, Barcelona, Francia ha aumentado en un 225% su ocupación desde que llegó un segundo operador”, destacó María Luisa Domínguez, presidenta de Adif, a lo que se suma que este ramal ya supera el número de viajeros registrado a finales de 2019, según los últimos datos de Adif.
Todo ello confluye en el cambio que se está produciendo en la manera en la que los usuarios experimentan la movilidad en su día a día. Si hace dos años parecía evidente que la actividad y la generación de valor se concentraba en un mismo punto, siendo este, por norma general, las ciudades, se ha comprobado que hay algunas actividades que pueden realizarse de manera más eficiente en remoto, aunque sigue siendo imprescindible el contacto y la interacción interpersonal. En este sentido, los usuarios buscan una movilidad cada vez más personalizada, adaptada a su estilo de vida y necesidades de transporte, con una experiencia que les acompañe de puerta a puerta, desde que inician el viaje hasta que lo culminan, y donde puedan acceder a las distintas modalidades de transporte que ya están operativas.
Así, “las estaciones presentan una ventaja indiscutible del modelo ferroviario frente a los modelos alternativos ya que están en el centro de la ciudad, lo que significa que pueden ser la base de esa multimodalidad con el resto de medios de transporte”, subrayó Cándido Pérez. La digitalización está abriendo la posibilidad de ofrecer mayor valor al usuario del que pudiera obtener con el uso de un único modo de transporte.
Cómo optimizar las estaciones para que no sean cuellos de botella
Sin embargo, el viaje no empieza y acaba en la estación, sino que es un lugar de tránsito y, como tal, debe optimizarse para que los tiempos de trasbordo sean lo más reducidos posible. En esta tarea entra en juego el papel de la ingeniería y, tal y como se comentó en las jornadas, es necesario acercar los modos de transporte que confluyen en la estación para que los recorridos entre ellos sean más cortos.
En este sentido, es importante que en la planificación de las estaciones se priorice el trasbordo y se haga un esfuerzo por acercar las modalidades de transporte menos como son el autobús, el taxi o incluso bicicletas y patinetes. En consecuencia, el coche y su correspondiente aparcamiento compartirán cada vez más el espacio. Se trata de una tendencia que ya lleva tiempo dándose en el diseño de las ciudades. Por el contrario, un medio de transporte que cada vez está ganando más relevancia es la bicicleta, gracias a ser uno de los modelos de transporte más sostenibles para la movilidad en las ciudades.
En definitiva, ante nosotros tenemos un horizonte “muy atractivo en el que hemos de entender y proyectar una nueva realidad que atienda también a las necesidades de las nuevas generaciones”, destacó Cándido Pérez. Esta planificación de la movilidad que viene, con un foco importante en las estaciones como ejes centrales, estará apoyada por un momento presupuestario bueno en el que vamos a contar con una “ventana para hacer inversiones”, añadió el experto, gracias también al impulso del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
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