El impacto económico de la COVID-19: tres meses que se harán largos

Cuando comenzó, 2020 no parecía un año demasiado prometedor. Ya en 2019, organismos económicos como el FMI o la OCDE preveían que la economía europea y, en menor medida, la española, se ralentizarían. Pero lo que nadie vaticinó es que 2020 sería realmente un año de profunda depresión. La economía no ha crecido menos: se ha visto obligada a echar el cierre.

Desde que se decretaron las medidas de confinamiento organismos económicos, gobiernos y empresas han intentado calcular la dimensión de esa paralización. Poco a poco se van publicando datos que permiten determinar el impacto real que sufrió la economía entre marzo y mayo. En junio, la información no es completa todavía. Lo que sí se puede afirmar es que los efectos se prolongarán a lo largo del resto del año.

Si atendemos a las cifras de ventas de grandes empresas en abril, en España, la actividad industrial es la que experimenta una mayor caída: un 34%. A continuación, se sitúa servicios, con un descenso del 32%, y, en tercer lugar, la construcción, que se desploma un 28%. Este patrón no coincide con lo que en un principio podríamos esperar (que la caída la encabezase servicios).

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Y es que es de principios de año, la producción industrial venía experimentando un ligero retroceso que se aceleró en marzo hasta llegar al 12% en términos interanuales. En abril, mes en el que durante dos semanas estuvieron suspendidas todas las actividades no esenciales, la caída llegó al 34%. En mayo, y a pesar de que se levantaron muchas restricciones, el descenso se situó en el 28%.

El sector, por tanto, sufrió un duro golpe durante el momento más agudo de la pandemia y su recuperación está siendo lenta. El impacto fue especialmente acusado en la producción de bienes de consumo duraderos y de bienes de equipo, que en abril registraron descensos del 69% y del 58%, respectivamente. Este desplome está estrechamente ligado al descalabro que experimentó la venta de turismos: en abril, la caída con respecto al mismo mes del año anterior fue del 96% y, en junio, se situó en el 36%.

Además, la Encuesta de Coyuntura Industrial revela que la fuerte caída de los pedidos en el sector industrial de los meses de abril y mayo (57%) no se ha recuperado en junio.

Como apunta Begoña Cristeto, socia responsable de Automoción, Industria y Química de KPMG en España, la industria española se ha visto afectada por un triple impacto: el cierre de las fábricas, la interrupción de la cadena de suministro y el colapso de la demanda. “En este contexto y con un entorno marcado todavía por la incertidumbre y el temor a nuevos rebrotes en los próximos meses, unido a la dificultad de las empresas para gestionar las complejas y entrelazadas cadenas de suministro globales en un mundo asíncrono con países y ritmos de recuperación a diferente velocidad, es previsible que la recuperación de la actividad a niveles anteriores a la pandemia pueda dilatarse más allá de lo deseable”, explica.

En el caso de Servicios, la heterogeneidad de las actividades que lo componen hace necesario profundizar en su análisis. En conjunto, la facturación del sector experimentó un descenso del 20% en marzo y del 41% en abril, pero, frente a la caída más moderada en informática y comunicaciones (11% en marzo y 16% en abril) se sitúa el desplome en hostelería, del 58% en marzo y del 94% en abril.

El transporte urbano e interurbano de pasajeros se redujo en más del 90%, mientras que el de mercancías por ferrocarril descendió cerca del 50% en abril y mayo. Lo mismo se puede decir del transporte aéreo. Por su parte, las actividades vinculadas al sector turismo casi desaparecieron en marzo y abril: el hundimiento de las pernoctaciones en hoteles rozó el 100%.

Luis Buzzi, socio responsable de Turismo de KPMG en España, recuerda que el sector habría sufrido pérdidas cercanas a los 43.500 millones de euros, una caída del 88% en términos interanuales, entre marzo y junio. “Las previsiones auguran una lenta recuperación a partir de julio de 2020, con pérdidas del 70,8% en julio, 63% en agosto, 56% en septiembre y del 46% en el último trimestre, siempre en términos interanuales. Los subsectores que acusarán un impacto mayor serán el alojamiento seguido del de transporte, aunque la distribución (agencias de viaje, mayoristas, turoperadores, etc.) y el ocio en general no quedarán lejos de los anteriores”, destaca Buzzi.

A su juicio, la incertidumbre sobre la evolución de la pandemia hace que no haya un criterio homogéneo a la hora de definir expectativas sobre el futuro. “Los escenarios de recuperación de consenso prevén que los niveles de actividad de 2019 no se recuperan hasta 2022 o 2023.  La recuperación del transporte y alojamiento la que genera expectativas menos optimistas, ya que hay consenso en que hasta 2023 no se recuperarán los niveles de 2019. La cadena de distribución es la que presenta mejores perspectivas, recuperándose en 2022”, señala Buzzi.

La pandemia también asestó un duro golpe a la construcción. En los cinco primeros meses del año el consumo de cemento descendió un 20%. En abril, coincidiendo con el confinamiento más restrictivo, la caída fue del 50%. En este mes, experimentaron caídas similares los visados de dirección de obra (50%) y los certificados de obra terminada (52%).

Para Ovidio Turrado, socio responsable del Sector de Infraestructuras de KPMG en España, “el parón obligado por la crisis sanitaria ha supuesto la ralentización o la suspensión de algunos proyectos que estaban en marcha”. El descenso en la actividad  de  ha sido elevadísimo, y los pocos datos de mayo nos muestran cierta recuperación, más rápida que la industria, pero con un deterioro significativo respecto a 2019.  “Ante el cambio en las prioridades que ha supuesto la pandemia, existe incertidumbre sobre el ritmo de reactivación de la actividad y sobre los niveles de inversión a corto y medio plazo. Sin embargo, el sector de la  construcción debe convertirse en una de las palancas de la recuperación, por su elevado impacto en el empleo y la economía y porque España necesita seguir invirtiendo en el desarrollo de sus infraestructuras, fundamentalmente socio-sanitarias, de movilidad y transporte, de tratamiento de agua y residuos y logísticas”, señala Turrado.

Después de más de tres meses con descensos de la actividad nunca vistos, la recuperación parece haber comenzado. Así lo revelan los indicadores PMI del mes de junio de España: la actividad ha dejado de caer en España y empieza su expansión, aunque desde nivel muy bajos como consecuencia del impacto de los meses de marzo, abril y junio. Cabe destacar que los indicadores de España se sitúan por encima de los del resto de países analizados.

Así las cosas, los efectos de la pandemia van a prolongarse durante varios meses. Como comentamos en otros artículos, el FMI o la OCDE sitúan la recuperación más allá de 2021, al igual que la mayoría de los empresarios españoles. El tiempo lo confirmará.