El 79% de los directivos creen ser mejores que la media. Lo contaba, hace algunos años, Harvard Business Review. Este desproporcionado optimismo, también llamado ilusión de superioridad o efecto mejor-que-la-media, no es patrimonio exclusivo de los gestores. Lo comparten profesores de universidad, empleados de multinacionales o conductores suecos. El artículo no decía nada de los gestores españoles. Pero quizá nuestros datos de tamaño y productividad rebajen su optimismo. Como es sabido, la población de empresas españolas está sesgada hacia las de menor tamaño. Por ejemplo, las británicas y alemanas multiplican por dos el de las españolas. Esto no es baladí; el tamaño está relacionado, entre otros, con la productividad, la capacidad de innovar o la retribución media. Por eso, el actual debate acerca de la mejora salarial debe acompañarse de uno sobre el tamaño de nuestras compañías. Cuando hablamos de empresas, lo pequeño es hermoso, pero lo grande es próspero, forma más y paga mejor.

Las explicaciones acerca del tamaño de las compañías españolas se refieren principalmente al entorno regulatorio e institucional, que podría desincentivar el crecimiento. En este sentido apuntan, sobre todo, las líneas de trabajo esbozadas en un reciente informe del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, titulado Informe sobre Crecimiento Empresarial.

Otra tesis cada vez más presente en el debate se refiere a la calidad de las prácticas de gestión de nuestras compañías de menor tamaño. Según esta, nuestros gestores hacen uso de técnicas de gestión avanzadas en menor medida que sus homólogos de otros países. Bajo este punto de vista, el menú de recetas para mejorar el tamaño debería contemplar también la mejora de las técnicas de gestión y del talento directivo.

Definir buena gestión no es sencillo. Es un terreno donde el feedback no es inmediato y abonado a la homeopatía y a las modas. Lawrence Freedman hacía referencia en Strategy (Oxford University Press, 2013) a un estudio que analizó si el uso de técnicas de gestión que se pusieron de moda tenía un impacto positivo sobre el desempeño empresarial. La respuesta fue negativa. Freedman también contaba que entre 1962 y 2008 se utilizaron 91 definiciones distintas de estrategia empresarial. No es sencillo, por lo tanto, identificar y señalar los elementos de la buena gestión. Pero es imprescindible si mejorarla es uno de los caminos hacia el aumento de tamaño de las compañías españolas. Afortunadamente, ya hay quien se ha tomado la molestia de hacer este trabajo.

El World Management Survey es una iniciativa impulsada por prestigiosos investigadores bajo el auspicio de universidades y escuelas de negocio de primer nivel. Trata de separar el grano de la paja y destilar, olvidando las modas, los elementos que constituyen la buena gestión empresarial. Su conclusión es que la esencia de la buena gestión se traduce en un número reducido de cuestiones concretas relativas a la monitorización del desempeño, al establecimiento de objetivos y a los incentivos definidos. Nada particularmente sofisticado. La pasada primavera, publicaron los resultados de aplicar su modelo al análisis de 32.000 centros productivos norteamericanos. Querían determinar la extensión en el uso de las técnicas de gestión identificadas y su impacto en el desempeño. Sus resultados son reveladores. Solo un 20% de la muestra analizada hacía uso de más del 75% de los parámetros de gestión analizados. También concluyeron que el uso de las técnicas del modelo estaba asociado a un dramático aumento de la productividad. Su conclusión es que la aplicación de las técnicas de gestión analizadas en los tres ámbitos descritos es el principal factor explicativo del éxito de las compañías o de su longevidad, entre otros. Por delante de otros factores explicativos tradicionalmente utilizados, como la inversión en I+D o las competencias o capacidades de los empleados, entre otros.

Quizá, y dada la creciente importancia del tamaño de nuestras compañías en la agenda económica, y a la luz de los hallazgos del World Management Survey, convendría entender el estado de la cuestión y poner el foco en las técnicas de gestión de las empresas españolas de menor tamañoY persuadir a nuestros gestores de que la gestión tiene una parte de arte pero otra de ciencia. Y que no todas las técnicas son moda.

Autor: Ramón Pueyo es socio de Governance, Risk and Compliance de KPMG en España