La transformación digital llega también al sector de infraestructuras

Cuando hablamos del sector de infraestructuras, normalmente nos viene a la cabeza una industria que está continuamente ampliando su visión y elevando sus expectativas: los edificios son cada vez más altos, los puentes más largos, la búsqueda de los recursos naturales cada vez más profunda, las ciudades más inteligentes… Sin embargo, en lo que se refiere a desarrollos tecnológicos y sistemas de información, salvo algunos casos, siempre ha sido un sector que ha ido un paso por detrás, si exceptuamos los puntuales avances en puros métodos constructivos, ingeniería o materiales de construcción.

Las empresas relacionadas con los servicios financieros, empresas de telecomunicaciones, de gran consumo o en general sectores con gran número de clientes finales o datos para gestionar siempre han estado un paso por delante en todo lo relacionado con los sistemas de información y la tecnología. Por el contrario, el sector de la construcción, con pocos clientes y datos que tratar, históricamente ha centrado sus esfuerzos en el desarrollo, planificación y control de los proyectos, en lo que a tecnología se refiere.

Sin embargo, esta realidad está cambiando sustancialmente en los últimos años. La rápida y profunda internacionalización de nuestras empresas y la localización de los proyectos, cada vez más grandes, más lejanos, en ubicaciones más complicadas y contextos más difíciles, han puesto la tecnología y la transformación digital encima de la mesa de los primeros ejecutivos del sector.

Si hay actualmente una preocupación que prevalece sobre otras en este sector es la gestión de los riesgos de los grandes proyectos alrededor del mundo y la mejora de su rentabilidad, a través de la eficiencia y productividad de sus recursos. Es precisamente en el apoyo a estas preocupaciones donde la tecnología está encontrando terreno abonado para su desarrollo en este sector.

Dentro del epígrafe de infraestructuras se integran diversas compañías y entidades: ingenierías, constructoras, operadores de infraestructuras y entidades públicas y privadas de inversión. Cada una suele tener un rol en cada fase del ciclo de vida de los proyectos con necesidades diferenciadas y la tecnología está jugando un papel fundamental como elemento integrador.

Como ejemplo de avance tecnológico, ya vemos como algo normal la utilización de drones para levantamientos topográficos, seguimiento de obras en localizaciones complejas o la monitorización de infraestructuras para su adecuada conservación. Del mismo modo, también empieza a tener un avanzado desarrollo todo lo que tiene que ver con la conectividad de materiales y equipos, así como la robótica y la tecnología autómata.

Otro campo con necesaria evolución es el relacionado con plataformas de tecnología móvil. Gestionar grandes proyectos y sus riesgos a miles de kilómetros y en localizaciones aisladas necesariamente ha obligado a la mejora de la conectividad de las obras y el avance en el concepto de movilidad.

Del mismo modo, empieza a ser relevante la integración de herramientas de análisis de datos tanto para previsiones y modelización de tráficos, útiles para el dimensionamiento y gestión de nuevas infraestructuras, como para el desarrollo de modelos predictivos de desviaciones en grandes proyectos.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo la transformación digital ha llegado a un sector que parecía ajeno a las nuevas tecnologías, aunque se podrían mencionar también otras aplicaciones como la impresión 3D o los nuevos modelos de planificación BIM (Building Information Modeling). Sin embargo, no sólo tenemos que pensar en lo que ya es una realidad, sino que lo realmente interesante es tratar de mirar al futuro y lo que puede venir con él.

Un área de reflexión disruptiva podría pasar por el cambio radical de modelo de relación entre los distintos actores de este sistema. Ya estamos viendo experiencias en determinadas regiones del mundo en las que es el propio ciudadano el que empieza a tener voz y voto respecto a qué nuevos edificios tienen que construirse en nuestras ciudades o qué nuevas infraestructuras tienen que unir polos de desarrollo en un territorio o por dónde tienen que pasar esas nuevas conexiones. Sin embargo, las empresas del sector no están acostumbradas a la relación directa con el usuario final de las infraestructuras y puede ser algo que tenga que cambiar rápidamente, si no quieren ver cómo otras compañías globales de distintos sectores, que gestionan millones de usuarios y sobre los que tienen capacidad de influencia, pueden aparecer en este sistema para posicionarse en eslabones de gran valor de esta cadena.

 

Autor: Jesús de Isidro es socio responsable del sector de Infraestructuras de KPMG en España

Fuente: Expansión. Publicado el 22 de marzo de 2017