Según el Informe de OBS (Online Business School), se estima que en los últimos 10 años se ha creado más información que en toda la historia de la humanidad. De hecho, se calcula que el 90% de los datos del mundo se ha creado en los últimos dos años y que el ritmo de crecimiento del volumen de datos continuará aumentando con el desarrollo de la tecnología ligada a conceptos como Big Data, Internet de las cosas, M2M (Machine to Machine)…, lo cual nos lleva a pensar que se está alcanzando la fase de mayor pendiente dentro de la curva exponencial que representa el crecimiento del volumen de información disponible, es decir, que el ritmo de dicho crecimiento se disparará de aquí a unos años. Por tanto, es tiempo de cuestionarse:
¿Cómo se van a gestionar todos esos datos? Y es aquí donde emerge el concepto de Big Data. Cuando hablamos de Big Data es importante tener en cuenta los siguientes aspectos que lo caracterizan: gran variedad de datos, generados en diferentes tipos de dispositivos, videos, imágenes, sensores físicos, GPS, …; gran volumen de información, como ya hemos comentado en la actualidad se genera información masiva de manera continua; importancia de la velocidad de respuesta, que ha de ser suficientemente rápida para obtener la información correcta en el momento preciso; e importancia de la veracidad de la información, para obtener resultados confiables y disminuir la incertidumbre. Dicho esto y si bien es cierto que el uso de Big data ha ayudado hasta la fecha a investigadores y analistas a descubrir cosas que les podrían haber costado años por si mismos sin el uso de estas herramientas, es indudable que aún nos queda mucho por ver. Precisamente por esto, deberíamos preguntarnos:
¿Es aceptable todo lo tecnológicamente posible? ¿Se deben establecer límites? ¿Es posible establecerlos? Efectivamente, hay organizaciones privadas y entes públicos, que ya se hicieron esta pregunta hace tiempo y cuyas respuestas son muy dispares, planteándose un dilema entre la privacidad y libertad de los individuos y el avance de la ciencia y de la tecnología, así como entre los derechos individuales y los derechos colectivos. Es indudable que “Big Data es Big Opportunity”, pero también lo es que nuestra privacidad se verá afectada si no se toman las medidas adecuadas. En este sentido, es necesario disponer de un marco legal actualizado y normalizado, conforme a los entornos actuales fuertemente tecnológicos y globalizados.
En la actualidad, se están centralizando grandes cantidades de datos en muy pocas compañías, lo que debería preocuparnos, ya que si sopesamos el siguiente planteamiento: “Quién sigue tendencias entiende el mundo. Quién anticipa tendencias, lo cambia”, estas compañías estarían ganando partido en una sociedad que se dirige hacia una economía de datos.
Asimismo, es importante reiterar que la naturaleza y tipología de los datos es muy diversa, incluyendo datos de carácter personal, de igual modo que la probabilidad de que dichos datos acaben siendo utilizados para finalidades muy distintas de las que fueron recogidos es muy alta, lo cual dificulta el cumplimiento de algunos de los principios de protección de datos. Por ejemplo, el principio de calidad de datos dispone, entre otras cosas, que los datos deberán ser adecuados, pertinentes y no excesivos, además de que no deberán utilizarse para fines incompatibles al de su recogida, deberán ser exactos y puestos al día, así como cancelarse cuando no sean necesarios y pertinentes, pudiéndose conservar únicamente previa disociación, todo esto es algo que a priori choca con el concepto de Big Data, que intenta recoger los máximos datos posibles generalmente para diversos usos con finalidades incompatibles, además de utilizar datos que parten de distintas fuentes y que en ocasiones no han sido verificadas, no siendo por tanto fiables.
Lo expuesto anteriormente puede llegar a ser extremadamente peligroso, ya que si no se hace una clara diferenciación entre aquellos datos obtenidos directamente del individuo y aquellos que se crean a partir de los mismos mediante inferencias, el origen de los datos será incierto. De igual forma, si no se diferencia claramente entre correlación y relación causal y se precisa que la correlación no implica causalidad, se podrían establecer conclusiones injustas. Por ende, si bien es cierto que Big data ha aportado grandes beneficios a un amplio abanico de actividades económicas y sociales del mundo actual y que continuará haciéndolo, no se debe restar importancia al consecuente impacto que podría tener en la libertad de las personas, ya que podrían darse casos en los que un individuo se viera condicionado a la hora de expresarse, por ejemplo, en las redes sociales pensando en las posibles repercusiones que su comportamiento en las mismas pudiera ocasionarle, o de igual forma y puesto que Big Data realiza correlaciones para predecir el qué va a pasar, pero no el por qué, podría darse el caso en el que determinadas predicciones como, por ejemplo, las relacionadas con la salud, tuvieran un enorme impacto sobre el libre desarrollo de las personas, ya sean dichas predicciones ciertas o no, siendo por tanto fundamental tener en cuenta constantemente que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
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