Discreta pero rebosante de oportunidades: así es el nuevo miembro del euro

“Rebelde, singular y vibrante”, así la describe Lonely Planet. Arenas plateadas, bosques frondosos y marismas solitarias recorren sus paisajes; mientras su capital se ha convertido en refugio de artistas y su selección de baloncesto en una de las favoritas en las competiciones internacionales.

Pocos sabrán que hablamos de Lituania, el primer país báltico en conseguir la independencia de la Unión Soviética en 1990 y el último en unirse a la zona euro el pasado 1 de enero. Desde que en el Neolítico sus habitantes comenzaran a comerciar con ámbar, el país ha hecho frente una historia convulsa (con una larga lista de ocupaciones y dominación a sus espaldas, que incluye a rusos, alemanes y polacos); pero hoy su economía crece a un ritmo envidiable para muchos de sus vecinos (3% en 2014) y las previsiones apuntan a que así seguirá siendo: la Comisión Europea espera que el avance se mantenga estable en 2015 y que en 2016 el PIB se incremente en un 3,4%.

La base de su economía en los últimos tiempos es el sector servicios, cuyo peso alcanza un 71,5% del PIB; aunque también el desarrollo de la industria, que supone más de un 25% (frente al 16% de países como España). Ahora, once años después de su entrada en la Unión Europea, el salto de Lituania al club del euro trae grandes expectativas: “Letonia y Estonia son los ejemplos más recientes del cambio exitoso al euro, lo que ha sido un factor importante para la preparación de Lituania en su camino hacia la moneda única”, explicó Ruta Rodzko, director del Servicio de estabilidad económica y financiera del Banco de Lituania, ante el acontecimiento.

Antonio Hernández, socio responsable de Estrategia Energética e Internacional de KPMG en España, reafirma que el país báltico ha renovado su atractivo: “con la adopción del euro y el consecuente abandono de la litas, se eliminan las fluctuaciones del tipo de cambio entre estas dos divisas, lo que va a reducir significativamente los costes y riesgos de exportar e invertir en Lituania. Además, la entrada en la eurozona refuerza la estabilidad económica del país y es un acicate para su crecimiento futuro, con los beneficios que ello conlleva en cuanto a propensión a importar y a promover la inversión directa”.

 Alimentos, el filón de las exportaciones españolas al país

Aunque las cifras de la actividad exportadora española a Lituania son aún discretas, en los últimos años se ha registrado un importante crecimiento ininterrumpido de las operaciones. Las exportaciones  a Lituania han crecido un 182% en la última década, mientras que el número de empresas que comercializan sus productos en el país se ha duplicado, pasando de 1.322 en 2005 a 2.551 en 2014.

La fruta (14%), los automóviles (12%), los aparatos y el material eléctrico (10%) y las legumbres y hortalizas (8%) son los productos que mayor cuota alcanzaron en los envíos a Lituania en 2014. Y, precisamente, es en estos sectores en los que Antonio Hernández encuentra más oportunidades para las empresas españolas: “En el ámbito de las exportaciones, se van a ver beneficiados principalmente aquellos sectores que ya estaban exportando con éxito a Lituania en los últimos años. En este sentido, destacan el sector alimentario (las exportaciones de alimentos españoles a Lituania han crecido un 320% en la última década) y el de bienes de equipo (con un incremento del 428% en los últimos diez años)”.

“Si analizamos el antecedente de los vecinos bálticos de Lituania (Letonia y Estonia, que entraron en el euro en 2014 y 2011, respectivamente) se observa que se han incrementado las exportaciones españolas a estos destinos. Todo apunta a que Lituania ganará protagonismo como destino de la exportación española en los próximos años”, concluye Antonio Hernández.

Al atractivo en las exportaciones se suma el de las inversiones: Lituania es receptor del Fondo de Cohesión de la Unión Europea (mecanismo que cofinancia actuaciones en lo relacionado con el medio ambiente y las infraestructuras de transporte de interés común, cuyo objetivo es fomentar la cohesión económica y social y la solidaridad entre los Estados miembro), una financiación destinada fundamentalmente a proyectos de eficiencia energética, energías renovables o infraestructuras de transporte, sectores en los que las empresas españolas son un referente gracias a sus credenciales internacionales.