Recientemente leía las conclusiones de un estudio realizado a los CEO de grandes organizaciones, que analiza los principales intereses de este colectivo. Según este informe, el desarrollo de capacidades y habilidades de sus empleados es una de las grandes preocupaciones de los directivos. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que hace sólo un año, este mismo estudio apuntaba a elementos macroeconómicos como la principal área de preocupación para este colectivo. Por tanto, es más que posible que en los próximos años veamos de nuevo una tendencia de las organizaciones al desarrollo de su capital humano.
Para KPMG, más allá de tendencias coyunturales, el desarrollo del capital humano siempre ha sido uno de los elementos claves de nuestra estrategia empresarial y en los próximos años seguimos identificándolo como una de las bases de nuestro crecimiento.
En estos tiempos de cambios continuos y permanente transformación de las organizaciones sin tiempo para la reflexión y el aprendizaje, trabajar en una firma que brinda a sus empleados oportunidades constantes de desarrollo y crecimiento profesional es un factor de diferencial. La capacidad de aprendizaje y de enfrentarse a nuevos retos, proyectos y situaciones es lo que aporta valor a los empleados, a las organizaciones y a los clientes que estas sirven.
Llegados a este punto, quizás merece la pena una reflexión acerca de qué entendemos por desarrollo profesional. Para algunos, se identifica con promocionar. Es cierto que uno de los resultados del crecimiento profesional es ir ascendiendo en la organización, la experiencia nos dice que los profesionales más completos son aquellos que han tenido experiencias multidisciplinares en distintas funciones y departamentos, y no únicamente un crecimiento vertical. Por tanto, a este elemento de “promoción” hemos de añadirle la posibilidad de progresar horizontalmente. Seguramente en los próximos años veremos cómo el haber estado en distintas áreas funcionales, será un requisito de desarrollo profesional.
Desde otro punto de vista, el desarrollo profesional se puede interpretar como la asunción de nuevos proyectos o retos que nos obligan a afrontar situaciones distintas y complejas, de cuyo éxito depende la aplicación de métodos nuevos, habilidades complejas y conocimientos avanzados. Esta concepción de desarrollo es la que más se identifica con el entorno empresarial que vivimos. Sin embargo, no podemos olvidar que la existencia de retos no garantiza por sí sola el crecimiento y desarrollo profesional, pues se requiere que dichas experiencias resulten enriquecedores y se aprenda de ellas, tanto si el resultado ha sido exitoso como si no. En definitiva, es la reflexión sobre lo aplicado lo que nos aporta conocimiento y aprendizaje
En KPMG entendemos el desarrollo de una manera más amplia y completa. En primer lugar, es necesario entender cuál es el rol que desempeñamos y cuáles son los objetivos que tenemos que alcanzar. Con ello conseguimos enfocar nuestros esfuerzos, así como comprender qué tipo habilidades y conocimientos debemos poner en práctica para su consecución. Esto nos lleva al segundo elemento de desarrollo: la formación y el entrenamiento. Más allá de modas o tendencias de un momento, la formación es un pilar fundamental para conseguir un aprendizaje óptimo. Un tercer componente es el aprendizaje de la experiencia de nuestros compañeros. En una economía en la que el conocimiento compartido se está convirtiendo en una práctica habitual, es igualmente crítico poder aprender del conocimiento experto que las organizaciones tienen a través de sus profesionales. El rol de experto en las organizaciones sigue siendo fundamental para garantizar el éxito futuro. Existe un cuarto elemento ya mencionado anteriormente. Es la promoción, ya sea horizontal o vertical. A mi modo de ver, hay una última variable que determina de forma diferencial el desarrollo de las personas. Hablo de la exigencia personal. Todo lo descrito anteriormente no es suficiente si no existe una actitud individual de querer conseguir, de querer crecer y de querer aprender.
En definitiva, creo que es fundamental formar parte de una organización que posibilite el desarrollo, que genere un entorno de crecimiento en el que haya oportunidades, que proporcione la formación y las experiencias necesarias para aprender, que cuente con talento del cual poder nutrirse, pero todo ello ha de estar acompañado necesariamente de ese componente individual de exigencia para conseguir el desarrollo profesional.
Autor: Segor Teclesmayer es socio responsable de Recursos Humanos de KPMG en España.
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