La irrupción de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) está transformando la práctica profesional en numerosos sectores, y el ámbito pericial no es una excepción. Porque, si los peritos se enfrentan a grandes volúmenes de información técnica, documentación compleja y análisis que requieren precisión, coherencia y trazabilidad, la llegada de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) no podía más que transformar esta práctica. Y es que esta tecnología y dominar las técnicas de prompting ha abierto nuevas posibilidades para analizar datos, sintetizar información o comunicar hallazgos técnicos.
Y el arte de comunicarse eficazmente con sistemas de IA generativa y conocer las herramientas del mercado se está convirtiendo en una competencia esencial para el perito del siglo XXI. Pero lejos de reemplazar la figura del perito, la IA se está convirtiendo en una extensión de su capacidad profesional: el criterio, la experiencia y la independencia del perito siguen siendo insustituibles; lo que cambia son las herramientas con las que puede llegar más lejos, más rápido y con mayor claridad.
La IAG puede ser un asistente de productividad y análisis en diversas fases del trabajo del perito. Algunos ejemplos ilustrativos incluyen:
Herramientas como ChatGPT (OpenAI), Claude (Anthropic), Gemini (Google) o Copilot (Microsoft) ya se están utilizando en entornos profesionales para tareas de redacción técnica, análisis documental o verificación conceptual, siempre bajo supervisión humana y control de confidencialidad.
Actualmente, destacan varias categorías de herramientas basadas en IA:
El prompt es la instrucción o conjunto de instrucciones que se proporciona a la IA para obtener un resultado determinado. El prompting es un arte – no una ciencia exacta – y, por tanto, no siempre se obtiene el resultado esperado. Sin embargo, existen técnicas y recomendaciones clave:
La tecnología no es perfecta, y menos una tan novedosa como la IA generativa. El prompting es, por tanto, un proceso de prueba y error. Es fundamental mantener en mente que los modelos de lenguaje no razonan ni lo saben todo, especialmente si no han sido entrenados con determinada información – cuestión que normalmente desconocemos.
Al fin y al cabo, interactuar con una IA no es tan distinto a interactuar con una persona: Si damos a una persona una instrucción vaga y sin contexto, la respuesta probablemente no sea buena. Para obtener buenos resultados, debemos seguir reglas similares a las que aplicamos con las personas:
El futuro de la pericia pasa por el uso responsable y documentado de la IA generativa como herramienta de apoyo. El perito no es sustituido, sino aumentado: dispone de más capacidad analítica, redaccional y explicativa, manteniendo su papel como garante de rigor, independencia y trazabilidad.
En el proceso judicial, la autoridad del perito no deriva del uso de la tecnología, sino de su criterio, independencia y metodología. Sigue siendo la persona experta quien interpreta los hechos, evalúa las evidencias y responde ante el Tribunal.
El uso de la IA en el ámbito pericial exige tres principios fundamentales:
En definitiva, la IA está transformando la manera en que los peritos trabajan, pero no el sentido de su función. La IA puede asistir, acelerar y amplificar, pero el juicio experto – la capacidad de analizar, interpretar, razonar y convencer – sigue y seguirá siendo humana.
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