El próximo 17 de octubre se cumplirá un año desde que finalizó el plazo oficial para que los Estados miembros de la Unión Europea transpusieran la Directiva NIS2 a sus legislaciones nacionales. España es actualmente uno de los países que aún no han completado este proceso, aunque se espera que la trasposición se produzca cuanto antes, dado que los objetivos que persigue son críticos para la seguridad de la Unión Europea y el funcionamiento eficaz de nuestra sociedad.
La Directiva NIS2 no es una norma más: supone un cambio profundo en la forma en que las organizaciones deben gestionar la ciberseguridad, elevando el nivel de exigencia y ampliando el alcance a más sectores y entidades. Su objetivo es claro: reforzar la resiliencia frente a incidentes que puedan afectar a servicios esenciales y, por extensión, a la economía y la vida cotidiana de los ciudadanos europeos.
Durante este tiempo, las organizaciones han adoptado diferentes posturas. Algunas han optado por realizar un diagnóstico de situación e iniciar la implementación o revisión de medidas, especialmente tras la publicación del anteproyecto de Ley en España. Estas organizaciones han entendido que, aunque la trasposición no esté completada, la tendencia regulatoria es clara y el riesgo de esperar es alto.
Sin embargo, otras han preferido mantenerse a la espera, aguardando mayor claridad legislativa, sobre todo en lo relativo a si resultan afectadas y, en caso afirmativo, si serán clasificadas como esenciales o importantes. Este enfoque puede resultar de alto riesgo: la falta de acción no detiene las amenazas ni reduce la exposición a incidentes que pueden tener un impacto económico, reputacional y legal significativo.
La ausencia de una trasposición aprobada no debería llevar a la inacción. Existen requisitos que son cruciales para reducir las amenazas sobre redes y sistemas de información, y que además son buenas prácticas reconocidas internacionalmente. Entre ellos destacan:
Estas acciones no solo reducen riesgos, sino que preparan a la organización para cumplir con NIS2 cuando la normativa nacional entre en vigor.
La Directiva NIS2 no debe verse únicamente como una amenaza de incumplimiento que expone a sanciones —que pueden alcanzar hasta 10 millones de euros o el 2% del volumen de negocio anual—, sino como una palanca para mejorar las capacidades de ciberseguridad, alinearlas con el negocio y aumentar la concienciación.
En realidad, NIS2 representa una oportunidad para transformar la cultura de ciberseguridad y elevar el nivel de madurez organizativa. Las empresas que actúen de forma proactiva no solo reducirán riesgos, sino que también ganarán en confianza del mercado, mejorarán su reputación y estarán mejor preparadas para afrontar auditorías, licitaciones y exigencias de clientes.
Aunque el marco legal español aún está pendiente de trasposición, existen suficientes herramientas, guías y motivos para avanzar en la definición e implementación de medidas que, más allá del cumplimiento, fortalezcan la postura de ciberseguridad.
Si aún no se ha iniciado el proceso de adecuación, la recomendación es clara:
Entre las organizaciones que ya han iniciado su adecuación, destacan acciones como:
Estas medidas no solo cumplen con NIS2, sino que aportan valor real al negocio, reduciendo la probabilidad y el impacto de incidentes graves.
En definitiva, las organizaciones deben actuar cuanto antes para reducir riesgos, evitar costes derivados de la improvisación y ejecutar planes alineados con el negocio de manera ordenada. La Directiva NIS2 no debe percibirse solo desde el prisma del cumplimiento, sino como una oportunidad para incrementar la madurez en ciberseguridad y reforzar la confianza en el mercado.
En un contexto donde las amenazas son cada vez más sofisticadas y las dependencias digitales más críticas, esperar no es una opción. La pregunta no es si debemos actuar, sino cuánto tiempo podemos permitirnos seguir sin hacerlo.
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