En las organizaciones, como en la población en general, concurren perfiles carentes de empatía, cuya falta de compromiso con las normas y valores provoca, más temprano que tarde, problemas graves de Compliance.
El proceso por el cual aprendemos desde la infancia a interactuar con otras personas se denomina “socialización”. En él, juegan un rol destacado los padres, la escuela, las experiencias sociales, la formación religiosa, etc. Sobre esa base, construimos nuestras creencias, actitudes y criterios que determinan cómo vamos a interactuar con nuestro entorno.
Advierte uno de psicólogos que más han estudiado a los psicópatas, Robert Hare que, para estas personas, “nunca se dan esas experiencias… conocen reglas, pero siguen sólo aquellas que ellas mismas escogen”. Por consiguiente, carecen de empatía y viven una realidad basada en la autogratificación, a expensas de otros. Concluye Hare, “todos toman más de lo que dan”.
La gran mayoría de estudiosos de las psicopatías concurren en la dificultad de detección, pues los sujetos conocen perfectamente las reglas intelectuales tanto de la sociedad como de las organizaciones, aunque ignoran las emocionales. Recuerda el biólogo Frans de Waal que “realmente no tienen ninguna intención de ser amables cuando actúan con amabilidad”. Se sentirían tontos si no se aprovechasen de los demás o de las circunstancias, aunque para ello tengan que simular sentimientos y emociones. Su habilidad natural para la impostura social les ayuda a acceder a posiciones de éxito y liderazgo.
Es muy difícil detectar y evaluar su inmoralidad sin la ayuda de la familia, los amigos o los compañeros de trabajo. El psicólogo Steven Pinker advierte que los psicópatas muestran signos de su maldad en la infancia, molestando a los más pequeños, tratando inadecuadamente a los animales, mintiendo con habitualidad y obviando cualquier remordimiento. Igual que Hare, piensa que los factores que determinan esta desviación de la conducta no son curables. Es una aproximación diferente de quienes opinan que son el resultado de un entorno conflictivo, susceptible de ser trabajado.
A principios del siglo XIX, el médico Philippe Pinel acuñó el concepto de “locura sin delirio” para describir a las personas carentes de remordimientos. La psicóloga forense Virginia Barber sentencia: “si no hay arrepentimiento, hay más posibilidades de que se vuelva a cometer el mismo acto criminal”. Su falta de conciencia hace difícil reconducir su actitud y, por eso, la práctica totalidad de planes de remediación en compliance -como acciones de mentoring, tutelaje, formación específica, etc.- serán inútiles.
En el siguiente video aporto la visión de destacados profesionales de la psicología forense sobre estos perfiles, que ayudan a identificar sus comportamientos. Es, sin duda, una materia poco tratada pero profundamente peligrosa.
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