Juicio profesional e IA: la fórmula que marca la nueva era de la auditoría

Durante décadas, la auditoría de cuentas ha evolucionado al compás del desarrollo económico y tecnológico de la sociedad, ajustando su práctica y sus estándares a los nuevos retos de un entorno cada vez más digital, complejo y regulado. A lo largo del tiempo, los avances tecnológicos y los cambios normativos han impulsado una constante evolución en la profesión, que ha sabido responder con rigor y capacidad de adaptación. Ahora bien, lo que hoy supone la inteligencia artificial (IA) trasciende cualquier evolución previa. No se trata de un avance progresivo, sino de una transformación transversal que reconfigura la propia esencia de la auditoría.

La IA está destinada a redefinir los modelos de negocio de las empresas y, con ello, el papel y las competencias de sus auditores. Es un cambio de naturaleza y de velocidad. Mientras que antes la innovación se integraba de manera gradual, hoy el reto es no quedarse atrás en plazos cada vez más breves.

Y los CEO son conscientes de ello: un 70% de los CEO españoles encuestados en el ‘KPMG 2025 CEO Outlook’ compartía que su organización está rediseñando los roles e itinerarios profesionales para integrar el uso de la IA. Además, el 66% se enfoca en fidelizar y volver a capacitar al talento con alto potencial; y el 62% está contratando nuevo talento con capacidades en IA y tecnologías.

Adaptación tecnológica y cultural de la profesión

La incorporación de la IA requiere una verdadera transformación cultural de la profesión. Las firmas de auditoría deben repensar su estrategia tecnológica, su estructura de inversión y sus modelos de colaboración.

Integrar perfiles tecnológicos, fomentar equipos multidisciplinares y promover la curiosidad tecnológica son pasos imprescindibles para mantenerse competitivos. Pero tan importante como la inversión en tecnología es la formación de las personas. El auditor del futuro será quien mantenga la capacidad de aprender, adaptarse y conectar la lógica de los algoritmos con el juicio profesional. El conocimiento ya no se acumula, se renueva constantemente.

Un nuevo rol para el auditor

La IA no sustituye al auditor, pero sí transforma su papel de forma profunda. La figura del auditor digital emerge como un profesional híbrido, que combina el conocimiento contable – normativo, su experiencia y juicio profesional con competencias en análisis de datos, interpretación de modelos y control de algoritmos.

El auditor está transformando su papel como revisor de entornos de control e información financiera, incorporando nuevas competencias que le permiten actuar también como supervisor/gestor de riesgos predictivos, un analista capaz de evaluar tendencias en tiempo real y aportar valor desde la anticipación. La evaluación de los entornos de control incluirá la revisión de procesos automatizados e impulsados por IA, y el actual trabajo sustantivo, basado en el análisis estadístico de muestras, será sustituido por la revisión de transacciones atípicas o no rutinarias identificadas por los modelos de IA del auditor, optimizando la detección de riesgos y reforzando la efectividad y calidad de la auditoría.

La velocidad de este cambio tecnológico introduce un riesgo creciente para la profesión: la obsolescencia competencial. Las herramientas, metodologías y enfoques que dominamos hoy pueden quedar desfasados rápidamente, pero el verdadero desafío radica en la velocidad con la que las próximas soluciones tecnológicas dejarán obsoletas las nuevas competencias que estaremos adquiriendo mañana.

La colaboración y la generosidad como motores del cambio

Tradicionalmente, la formación en auditoría se estructura de manera jerárquica, donde los profesionales con mayor experiencia transmiten sus conocimientos a las nuevas generaciones. Con la irrupción de la IA, las nuevas generaciones, nativas digitales, jugarán un papel crucial aportando conocimientos tecnológicos y prácticas innovadoras. El modelo de aprendizaje se vuelve, en parte, bidireccional, reforzando la necesidad de apertura y colaboración en todos los niveles.

¿Sabes cómo podemos ayudarte en estos retos?

Asimismo, es esencial que las organizaciones impulsen la creación de grupos de trabajo dedicados a identificar buenas prácticas en el uso de la inteligencia artificial, desarrollar soluciones innovadoras y facilitar su transferencia al resto de los equipos, promoviendo así una cultura de colaboración y mejora continua. La generosidad profesional en el uso y difusión del conocimiento sobre IA se convierte en un factor estratégico, no solo para acelerar la adopción tecnológica, sino también para combatir la obsolescencia competencial.

En un entorno donde la automatización puede percibirse como impersonal, la colaboración humana y el intercambio de experiencia constituyen el verdadero diferencial estratégico y la base para que los equipos puedan evolucionar al ritmo de la tecnología.

Conclusión: El valor del juicio profesional en un entorno artificialmente inteligente

La inteligencia artificial no reemplaza el juicio profesional, lo potencia. Ahora bien, exigirá auditores capaces de combinar pensamiento crítico, escepticismo profesional, experiencia y agilidad tecnológica, integrando su conocimiento contable y normativo con la capacidad de interpretar y supervisar modelos automatizados. Nuestro éxito no se medirá únicamente por la precisión de los algoritmos, sino por la capacidad humana de aprender, adaptarse y colaborar, manteniendo la relevancia del juicio profesional en un entorno que cambia con rapidez.

La auditoría del futuro, que ya empieza a ser la del presente, será liderada por profesionales con visión tecnológica y mentalidad abierta al cambio. En definitiva, el verdadero reto no es que la IA reemplace al auditor, sino que este logre mantenerse a la altura de la evolución socio-tecnológica que vivimos, garantizando que, incluso en un mundo acelerado y digital, la auditoría siga siendo un pilar de transparencia y confianza para los mercados de capitales.