Las asociaciones de personas con coeficiente intelectual superior a la media agrupan perfiles muy variados. Pero, a juzgar por sus ocupaciones, tal característica común no conlleva riqueza económica, felicidad o éxito. Por eso, obsesionarnos con nuestro coeficiente intelectual es poco inteligente. El psicólogo Howard Gardner, más prágmático, lo define como una mezcla de excelencia (hacer un trabajo dando lo mejor de nosotros), compromiso (estamos entusiasmados y llenos de energía y nos encanta lo que hacemos) y ética (el trabajo encaja con el sentido, el propósito y el rumbo que damos a nuestra vida). Mucho que ver con el compliance.
Cuando analizamos la definición de Gardner, vemos que varios de los componentes que conjuga se relacionan con el denominado “contagio emocional” o capacidad de compartir emociones con los demás, condición clave para ejercer un liderazgo inteligente.
Explica el psicólogo Daniel Goleman que, en entornos con diferencias de poder, el emisor emocional es el individuo más poderoso, que determina el estado emocional del resto. De ser correcta esta aproximación, las personas que ocupan cargos de responsabilidad jugarían un rol trascendente en la difusión de estados de ánimo entre sus subordinados. Esto también aplica a compliance, donde los niveles éticos y de compromiso de sus responsables propagan, aún sin ellos saberlo, estados anímicos positivos o negativos a su alrededor.
Volviendo a los tipos de inteligencia, el estándar ISO 37002:2021 sobre Whistleblowing Lines señaló explícitamente, por primera vez en el campo del compliance, la importancia de la inteligencia emocional, vinculada estrechamente con la empatía. En la gestión de una comunicación interna (denuncia), una aproximación alejada del estado emocional del informante está abocada al fracaso y, con bastante probabilidad, terminará en los tribunales. Empatizar con una persona no es asumir sus tesis y darle la razón, pero sí comprender su angustia, aunque sea infundada. ¿Refleja esta cualidad el coeficiente intelectual clásico?
Afirmar que alguien es inteligente dice realmente muy poco. El psicólogo Joy Guilford identificó nada menos que ciento veinte variantes de inteligencia, y cada día se descubren modalidades nuevas. El ensayista Hans Magnus Enzensberger criticó tal número de clasificaciones, recordando que solo otra palabra compartía tal variedad de matices: la estupidez.
En el siguiente video trato diferentes tipos de inteligencia, considerando las opiniones de expertos en los campos de la psicología, biología, antropología, neurolingüística; con especial énfasis en las modalidades que mayor relevancia están adquiriendo en el ámbito de compliance.
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