El euríbor es el índice europeo que se fija partiendo de las condiciones en las que un ‘pool’ de bancos europeos se presta entre sí en el mercado interbancario. Aunque suela hablarse de él en singular, en realidad existen varios ‘euríbor’ en atención a los distintos plazos de las operaciones. El más habitualmente utilizado para los contratos hipotecarios es el euríbor a un año y este es, seguramente, el motivo de su popularidad.

En las últimas semanas, el euríbor viene aumentando de forma relevante, lo que ha hecho surgir una primera duda: ¿por qué está subiendo ya cuando el BCE todavía no ha tomado ninguna decisión formal sobre los tipos de interés?

La respuesta es sencilla: el euríbor no responde directamente a los tipos de interés oficialmente fijados por el BCE (aunque lógicamente está muy influido por ellos) de modo que, aun antes de que la subida formal pueda acordarse, basta la expectativa de que van a subir para que las operaciones puedan empezar a registrar ese efecto, encareciéndose.

Esto es lo que está ocurriendo en estas últimas semanas. Los elevados niveles de inflación, que obligan a actuar a los bancos centrales en todo el mundo (la Reserva Federal ya lo hecho, con gran determinación) y el propio anuncio del Banco Central Europeo de que se producirán subidas en estos años, han determinado la elevación paulatina del euríbor.

Lógicamente, esta situación afecta de diverso modo a los clientes bancarios en función de la situación en la que se encuentren. Si ya han contratado una hipoteca con tipo fijo, la subida no les afectará en ninguna medida (y recordemos que, en los últimos meses, esta ha sido la modalidad más utilizada) mientras que si, por el contrario, la han contratado a tipo variable, sufrirán un incremento en la cuota mensual, en la cuantía que corresponda en cada caso.

Los clientes que todavía no hayan formalizado su hipoteca pero que estén en conversaciones con los bancos u otras entidades para hacerlo verán cómo, en las próximas semanas, pueden producirse cambios relevantes en las condiciones que les ofrecerán los bancos, que tratarán de adaptarse a la situación actual, con una clara tendencia al encarecimiento de las hipotecas a tipo fijo, que probablemente pasen a ser menos habituales.

¿Qué debe esperarse en el futuro?

Sin ninguna duda, los tipos hipotecarios van a seguir subiendo durante el año porque todas las condiciones hacen obligado que sea así. El BCE tiene como objetivo central de su mandato la contención de la inflación y está obligado a adoptar las medidas necesarias para que esta retorne al nivel del 2% que tiene actualmente establecido.

No obstante, me atrevería a pronosticar que esas subidas, aunque relevantes, y con un impacto que las familias notarán (y sufrirán, sobre todo al coincidir con un momento de muy elevada inflación), serán razonablemente moderadas, e inferiores a las de la Reserva Federal, puesto que el BCE realizará el mayor esfuerzo por atemperar sus efectos.

Así, aunque abandonaremos para siempre la senda de los tipos negativos, en ningún caso veremos regresar los tipos de interés que conocimos (los mayores) años atrás.

En último término, cabe resaltar que esta corrección de la política monetaria con la elevación de los tipos de interés no deja de ser una ‘normalización, ya que lo excepcional era una situación persistente de tipos de interés negativos. Esos tipos fueron fijados como medida extraordinaria de respuesta frente a la crisis que ha supuesto encadenar diez años de tipos bajos, pues el BCE ha tenido que responder a varias crisis concatenadas.

Quiero con ello decir que, razonablemente, este incremento potencial (y moderado) en los tipos de interés a lo largo de la vida de la hipoteca, debió ser contemplado por los contratantes a la hora de contratar la hipoteca pues no era, en absoluto, un escenario descartable a medio plazo. Lo único que ha sorprendido ahora ha sido la rapidez con la que se ha producido ese aumento y el hecho de que, seguramente, se ha anticipado unos meses a las previsiones anteriormente manejadas por los mercados.

No cabe duda de que este escenario, con el euríbor en territorio abiertamente positivo, está aquí para quedarse y que, de cara al futuro, todos los actores deberán adecuar sus decisiones a este nuevo contexto.