Camino a la sostenibilidad: las directrices de la ONU para el cambio

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció en 2015 los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una hoja de ruta a nivel global a la que las empresas deben seguir si quieren contribuir al desarrollo sostenible del planeta. Adquirir estas metas humanitarias como propias -y reportar sobre ello- ayuda a las marcas a empatizar con los clientes y facilita que los inversores y demás grupos de interés comprendan mejor la aportación de valor de las compañías.

Las empresas no pueden tener éxito en sociedades que fracasan; el propio desarrollo de su entorno abre enormes posibilidades de prosperidad compartida. Se calcula que las metas marcadas por los ODS generaría más de 13.000 millones de dólares en oportunidades de mercado en áreas como alimentación y agricultura, ciudades, energía y salud y bienestar, al tiempo que se resolverían retos básicos que afectan la calidad de vida de miles de millones de personas.

Las compañías se han puesto en marcha para capturar esta oportunidad de contribuir a mejorar su negocio al mismo tiempo que trabajan por la prosperidad de las sociedades a las que sirven. Añaden estos propósitos a su modelo de negocio. El 84% de las empresas identifican los ODS como un factor muy relevante para los negocios, según el estudio How to report on the SDGs, elaborado por KPMG. En particular, Samsung Electronics se ha comprometido a cumplir 13 de los 17 objetivos promovidos por la ONU. La firma tecnológica siempre ha informado de sus planes para el desarrollo sostenible.

Las empresas realizan distintos procesos para priorizar la relevancia de los ODS. El 42% revisa los objetivos en las principales actividades comerciales de la empresa en toda la cadena de valor. El 23% examina las principales actividades de responsabilidad social de la empresa y un 20% incluye los ODS en el proceso de evaluación de materialidad de la compañía. Lo que está claro que el sector privado es el principal motor de desarrollo económico en la sociedad, ya que genera el 90% del empleo a nivel global, según informa la Comisión Europea.

El cambio climático, la principal prioridad

Aunque este año las lluvias han sido abundantes en España, la situación sigue siendo alarmante. La Era del Hielo pasó a la historia pero la realidad nos acerca más a un mundo de sequía. Los océanos se han calentado y el nivel del mar ha subido 19 cm entre 1901 y 2010 a causa del deshielo del Ártico, según la ONU. Todo esto sumado a las continuas emisiones de gases de efecto invernadero que calientan aún más el planeta. Las emisiones mundiales de dióxido de carbono han aumentado casi un 50% desde 1990, según informa el mismo organismo.

El cambio climático preocupa y mucho a las empresas, siendo este objetivo el prioritario para el 65% de las compañías que han participado en el informe How to report on the SDGs. Esta situación no sólo afecta a nivel humanitario sino que las empresas también lo notan en su cuenta de resultados. El 29% de las empresas españolas reconoce que el impacto del cambio climático afecta a su negocio, según el Informe Global de KPMG sobre las políticas de Responsabilidad Corporativa de 2017. Tomar medidas de una forma inmediata es clave para protección del planeta. Pero, ¿qué pueden hacer las empresas para ayudar al cambio?

La compañía japonesa Mitsui & Co presenta una estructura corporativa comprometida con combatir el cambio climático. La firma apuesta por promover la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional sobre la mitigación del cambio climático. Sus empleados asisten regularmente a seminarios sobre leyes medioambientales o nuevas normativas. Además la empresa cuenta con todos los certificados medioambientales, ya sea el Forest Stewardship Council (FSC) para bosques o el Aquaculture Stewardship Council (ASC) para la pesca.

La lucha contra la desigualdad y por un trabajo decente

“El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”. Esta premisa divulgada por Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, da cuenta de la necesidad de poner en marcha un mecanismo para contrarrestar la desigualdad en el mundo, el número diez de los ODS. La ONU ha puesto las metas claras en este objetivo: para 2030 espera mantener el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población a una tasa superior a la media nacional y garantizar la igualdad de oportunidades, incluso, si es necesario, eliminando leyes.

La disminución de la desigualdad y el acceso a un empleo bien remunerado van de la mano. Por eso, el trabajo y el crecimiento económico ocupan la segunda posición en el ranking de prioridades de las empresas del Informe How to report on the SDGs. En concreto, en España ésta es una asignatura pendiente. Según Eurostat, la tasa de desempleo española en abril de este año fue del 15,9%, siendo una de las más altas de Europa sólo superada por Grecia, y aunque los datos cada vez son mejores, todavía queda mucho camino por recorrer. Pero no es España lo que más preocupa a la comunidad mundial, sino los países donde sus ciudadanos se encuentran por debajo del umbral de la pobreza.

Desde la ONU recomiendan promover políticas que apoyen las actividades productivas, la creación de puestos de trabajo decentes, el emprendimiento, la creatividad y la innovación, además de fomentar la formalización y el crecimiento de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, incluso mediante el acceso a servicios financieros.

Samsumg afirma en el informe How to report on the SDGs que puede contribuir a la reducción de la pobreza mejorando la desigualdad de los ingresos a través de la creación de puestos de trabajo en comunidades locales.

Los objetivos pendientes

No todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pueden estar en los primeros puestos de relevancia para las empresas. La vida submarina y de ecosistemas terrestres, la lucha contra el hambre y la pobreza se encuentran en los últimos puestos de prioridad, pero no por ello menos importantes.

“Abolir la pobreza no es una utopía irrealizable, sino que es nuestra máxima y urgente obligación”, dice Pierre Sané, exsecretario general de Amnistía Internacional. Más de 800 millones de personas aún viven con menos de 1,25 dólares al día y muchos carecen de acceso a alimentos, agua potable y saneamientos adecuados, según informa la ONU. En otras palabras, el número de personas por debajo del umbral de la pobreza casi iguala a la población del continente europeo. Estos datos dejan al descubierto la necesidad de implementar medidas para detener este problema.

Precisamente para acabar con la pobreza, desde la ONU aconsejan que el crecimiento económico debe ser inclusivo, es decir, crear oportunidades para todos los segmentos de la población, con la finalidad de originar empleos sostenibles y promover la igualdad.