Nueva estructura de financiación para una nueva etapa económica

2015 ha supuesto un punto de inflexión en la concesión de crédito por parte de las entidades financieras, pero hace solo un par de años organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Comisión Europea (CE) urgían a España a encontrar soluciones para mejorar el acceso a la financiación de sus empresas, especialmente a las pymes, al argumentar que se trata de una condición fundamental para impulsar la inversión, la innovación y el crecimiento.

Para que se produjese la transición a la situación actual, varios son los cambios que han tenido lugar: la restructuración del sistema bancario español y la mejora de su solvencia, el inicio de la recuperación económica, con un crecimiento del PIB del 3,1% en el segundo trimestre respecto al mismo periodo del año anterior, apoyado en la recuperación de la demanda interna desde los niveles más bajos alcanzados en 2009 y en la mejora de la confianza de empresas y particulares.

Así, en términos de financiación, tras el esfuerzo realizado por las empresas por desapalancarse, nos encontramos en un nuevo ciclo. “Hay liquidez en el mercado. Los bancos están participando en un mayor número de operaciones, tras un periodo en el que se vieron obligados a aplicar criterios de crédito más restrictivos y selectivos, lo que redujo su participación en el mercado, pero está comenzando a verse una verdadera competencia con otras fuentes de financiación de la que pueden beneficiarse las empresas”, asegura Gonzalo Montes, socio de Debt Advisory de KPMG en España.

Efectivamente, la oferta de crédito de las entidades bancarias se ha extendido y, según asegura el Banco de España en su Encuesta sobre préstamos bancarios de Julio de 2015, entre los principales factores que habrían contribuido a este hecho se encuentran “el aumento de la competencia entre entidades y la mayor solvencia de ciertos sectores o empresas”.

La competencia viene del mercado de bonos y high yield, los fondos de inversión, el capital riesgo o las ayudas públicas, aunque el abanico es mucho más amplio. “Cada compañía debe realizar una reflexión sobre la estructura de endeudamiento que más le conviene y sobre las ventajas e inconvenientes de cada una de estas fuentes, pues lo que puede ser adecuado para una empresa de un sector o de un tamaño determinado podría no serlo para otra con unas características distintas”, comenta Gonzalo Montes.

Las principales ventajas de la financiación bancaria son sus menores márgenes y costes, frente a los mayores precios de otros mecanismos de financiación. En contraste, los fondos son muy flexibles en la estructura de capital y aportan una pronta respuesta si están interesados en financiar pero sus importes mínimos pueden excluir a algunas pymes. Por su parte, los expertos también señalan a la financiación pública como una buena alternativa debido a la elevada liquidez y a la la evaluación por criterios exclusivamente financieros.

“Es muy relevante el proceso de explicar bien el plan de negocio y puede ser de gran ayuda en la obtención de unos términos ventajosos que este haya sido revisado por un tercero. No obstante, el futuro no solo pasa por obtener mejores condiciones de financiación en términos de márgenes, sino por hacer una reflexión global de la estructura de financiación que mejor se adapte a la estrategia de cada compañía”, concluye Gonzalo Montes.